"Los procedimientos de reencarnación deben ser aprobados por el gobierno central", señala la medida, la cual ha sido calificada como la más absurda de la historia.
A punto de retirarse de su cargo como líder espiritual tibetano en el exilio, el Dalai Lama, de 75 años, exige reencarnarse en un país libre y pide votaciones democráticas para la elección de su sucesor, mientras que el régimen comunista chino insiste en prohibir cualquier reencarnación sin su permiso.
Calificada por expertos como el acto de autoritarismo más absurdo de la historia, a la prohibición de Pekín se suman obstáculos como las acusaciones de espiar para China contra el joven Karmapa, de 25 años, tercero en la jerarquía del Budismo tibetano y figura clave en el proceso de sucesión del carismático lama. “Los altos cargos del Gobierno comunista chino creen que muchos de los problemas que afrontan en el Tíbet desaparecerán cuando muera el XIV Dalai Lama. Están esperando a que fallezca”, señaló Timothy Johnson, autor de Tragedia en carmesí. Cómo el Dalai Lama conquistó al mundo pero perdió su batalla con China (Nation Books, 2010).
China tiene un problema con el Tíbet desde que lo ocupara en la década de 1950: una etnia con una clara identidad formada por cinco millones de habitantes, con una lengua y una religión distinta que reconocen al Dalai Lama como líder espiritual, y político, incluso desde que se exilió a Dharamsala (India) en 1959.
Las políticas étnicas del régimen chino han tenido consecuencias como las revueltas tibetanas en 2008 y las uigures en 2009, mientras el Dalai Lama ha cosechado apoyos internacionales en sus siete décadas de mandato.
Ante su inminente muerte, el gobierno aconfesional chino defiende desde 2008 una “reencarnación con su permiso” antes que cualquiera de los intentos del lama por democratizar la elección de su sucesor.
“Los procedimientos de reencarnación tienen que cumplir las convenciones religiosas e históricas. Además, debe ser aprobada por el gobierno central”, señalaba en un medio oficial Shingtsa Tenzinchodrak, uno de los budas vivientes en territorio tibetano adeptos al régimen chino.
“Lo cierto es que el partido gobernante quiere una nueva clase de lamas tibetanos leales a China y no al Dalai Lama. El Partido (Comunista) quiere cortar los lazos entre los lamas del altiplano tibetano y el Dalai. No es algo nuevo, Pekín hace lo mismo con el Vaticano y sus prelados católicos en su territorio”, señala Johnson.
Búsqueda de un legatario
Si bien el Dalai Lama ha sugerido, además de la votación, otras vías de reencarnación, en octubre los 150 mil tibetanos que viven exiliados en India, Nepal, EU y Europa votaron en primera ronda para reemplazar a Lobsang Tenzin, con el título religioso de Samdhong Rinpoche, como líder de la Administración Central Tibetana.
La segunda ronda está prevista para marzo y pondrá en duda, una vez más, las acusaciones de Pekín de que el Dalai Lama es una figura heredada del feudalismo con el que acabó el ejército chino, además de separatista, por reclamar mayor autonomía para el Tíbet.
El exiliado político más famoso del mundo ha dejado claro en los últimos meses que el próximo Dalai Lama debe nacer y recibir preparación religiosa en un ambiente libre fuera de China. En julio, Tenzin Gyatso cumplirá 76 años, y aunque parece gozar de buena salud, está claramente en el crepúsculo de su vida.
Aparte de la votación democrática, ha propuesto que, si se decide que la figura del Dalai debe continuar, se puede votar también a través de un consejo de ancianos lamas similar al del Vaticano; y no descarta que se escoja a una mujer.
Otra de las soluciones que baraja el popular lama es recurrir a la práctica esotérica llamada “madey tulku”, mediante la cual puede escoger una reencarnación mientras sigue con vida, “lo que le daría tiempo para prepararlo personalmente”, dice Johnson.
De lo contrario, sería el tercero en la jerarquía tibetana, el Karmapa, quien se ocupará de buscar junto con otros sabios monjes la décimoquinta reencarnación cuando muera el Dalai, pero afronta acusaciones de espiar para China.
Para la activista tibetana Woeser, el principal beneficiario del rumor es Pekín, “porque quieren sacar al Karmapa de India”, donde el joven se refugió en 1992 al huir del Tíbet.
EFE
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