A sus 44 años, Anne Quéméré no le teme a la inmensidad del océano Pacífico Sur ni a la soledad del marinero: lo único que le preocupa es que no haya ´viento, viento y más viento´.
Con la única ayuda de una cometa impulsada por el viento, la francesa Anne Quéméré se embarcará el próximo domingo en una travesía en solitario de más de sesenta días desde la costa sur de Lima hasta la isla polinesia de Tahití.
A sus 44 años, esta aventurera originaria de la Bretaña no le teme a la inmensidad del océano Pacífico Sur ni a la soledad del marinero; lo único que le preocupa es que no haya "viento, viento y más viento".
Tras dos años de preparación, Quéméré está ahora lista para subirse a su "Kiteboat", una embarcación de 6x2 metros tirada por una cometa gigante y diseñada en exclusiva para ella para recorrer unos 7.500 kilómetros desde el puerto del Callao, explicó a Efe.
"En 2006, mi arquitecto y yo tuvimos la idea de copiar barcos y adaptarles un ala de kite (cometa) como una nueva forma de navegación. Me di cuenta de que había un potencial enorme, y de que nunca nadie había navegado sobre grandes océanos con este mecanismo, así que tuvimos ganas de continuar", señala.
En su currículum de "locuras" marítimas, Quéméré cuenta con experiencias como una travesía que duró 87 días, o la de 2006, una experiencia piloto en "kiteboat" con la que salió de Nueva York y alcanzó la costa francesa en 56 días.
Peor suerte corrió en 2008 cuando, tras salir nuevamente de Estados Unidos rumbo a Francia, una avería en el curso de la travesía frustró sus expectativas de alcanzar la meta.
"Espero mucho más de esta travesía (que de la de 2008) porque las condiciones meteorológicas son diferentes", explica esta aventurera, que se muestra "muy optimista" ante los exitosos ensayos de estos días pasados al norte de Perú.
"Tuve ocasión de entrenarme en Paita (norte de Perú) varios días y vimos que el barco casi flotaba sobre el agua", dice contenta Quéméré, que calcula que su bote, hasta con placa solar, viajará "bastante rápido", a una media de seis nudos, aunque podrá alcanzar los 15.
Se muestra convencida de que con el viento a favor, como lo son los vientos alisios, no tendrá especiales dificultades para atracar en Tahití, una isla que, para cuando llegue, no estará aún en la época ciclónica.
En su proyecto han participado tres personas más, de entre las que destaca a su padre, Ronen, quien desde el primer día colaboró en la construcción del barco, diseñado por un arquitecto y construido con materiales ligeros como espuma para una mejor navegación.
En uno de los tres compartimentos de su "kiteboat", de 6 metros de largo y menos de 2 de ancho, está un espacio para descansar y almacenar ropa transpirable (nada de algodón), mientras que en otra parte guardará numerosas cometas de tamaños diversos, que amarrará en la superficie de su barco.
Todo está pensado para que salga airosa de su propósito y por ello tendrá un "pequeño botiquín farmacéutico", demasiado pequeño según su médico, así como un localizador con el que la vigilarán desde tierra y que permitirá a los curiosos seguir su travesía en tiempo real a través de una página web.
Un nutricionista ha elaborado una dieta específica, capaz de aportarle la energía necesaria y condensar en 30 kilogramos todos los alimentos que ingerirá durante sus aproximadamente ocho semanas de travesía. El secreto: productos deshidratados.
Explica que tuvo que someterse a una preparación psicológica y también a un entrenamiento físico en un gimnasio, no para convertirse en una "súper mujer", bromea, sino para fortalecer piernas, espalda y hombros, las zonas de su cuerpo que más se resentirán de las largas horas que pasará sentada en la parte media de su "kiteboat".
Quéméré, quien afirma que la "aventura es bella", debe esperar ahora unos días más antes de iniciar su periplo marítimo, y mientras tanto aguarda con mucha expectativa las sensaciones que le provocará navegar en su bote ligero de 250 kilogramos sin carga.
Quizás consiga recorrer los más de 7.000 kilómetros entre Perú y la Polinesia francesa, y como precedente tiene la exitosa expedición del noruego Thor Heyerdahl y su tripulación, que, en su rudimentaria balsa "Kon-tiki", viajó en la década de 1940 también por todo el Pacífico desde Suramérica hasta la Polinesia.
Tal vez no lo consiga, pero eso no entra dentro de sus planes: "nada es imposible cuando uno realmente tiene ganas", afirma.
EFE
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