Un estudio reciente revela que ciertas longitudes de onda de la luz solar pueden atravesar los tejidos del cuerpo humano y producir efectos positivos en la función visual.
Durante mucho tiempo se ha creído que los beneficios de la luz solar sobre el cuerpo humano se limitan a la superficie de la piel, particularmente en la producción de vitamina D. Sin embargo, investigaciones recientes sugieren que ciertas longitudes de onda de la luz solar tienen la capacidad de penetrar más allá de la piel, alcanzando tejidos profundos y generando efectos fisiológicos relevantes.
Tradicionalmente, se ha asumido que el uso de ropa y sombreros protege eficazmente al cuerpo de la exposición solar. No obstante, un estudio publicado en la revista Nature Scientific Reports por científicos de la Universidad de Londres pone en duda esta visión. Los investigadores, utilizando tecnología avanzada, se enfocaron en medir la penetración de los rayos infrarrojos cercanos, una parte del espectro solar que se encuentra por debajo de la luz visible y que no es perceptible al ojo humano.
Los hallazgos indican que estos rayos infrarrojos tienen la capacidad de atravesar capas de tejido corporal de forma significativa. Aunque no alcanzan todos los órganos internos, sí pueden penetrar profundamente en músculos, vasos sanguíneos y otros tejidos blandos. Una vez dentro del cuerpo, los rayos infrarrojos estimulan estructuras celulares llamadas mitocondrias, responsables de generar la energía necesaria para el funcionamiento celular.
Un descubrimiento especialmente interesante del estudio fue el efecto de esta estimulación mitocondrial en la visión. En pruebas experimentales, personas con la cabeza y los ojos cubiertos mostraron mejoras visuales después de haber recibido exposición solar. Esto sugiere que, al activar las mitocondrias en regiones distantes como la retina, la luz infrarroja puede inducir respuestas celulares beneficiosas incluso sin contacto directo con los ojos.
Aunque la ropa puede reducir la intensidad de estos rayos, no los bloquea por completo. Por tanto, la exposición solar -dentro de límites seguros- puede producir efectos biológicos internos más allá de la piel. Sin embargo, es importante considerar que una exposición excesiva también puede implicar riesgos, especialmente si no se toman precauciones adecuadas.
En conclusión, la luz solar, específicamente en su componente infrarrojo cercano, tiene el potencial de atravesar tejidos humanos y activar procesos celulares a nivel profundo.