La depresión es un mal que se desarrolla en un contexto social, es decir proviene de fuera. Con mayor frecuencia una persona se deprime con temas vinculados al enamoramiento, la violencia traumática, el estrés profesional y las crisis entre clases sociales.
Cuando una persona por un período de más de dos semanas está apática, desesperanzada, aislada del resto y tiene una tendencia por encontrar el lado negativo a los acontecimientos, puede ser diagnosticada con un cuadro de depresión.
La depresión más que una enfermedad, propiamente dicha, es un trastorno mental, según la define la Organización Mundial de la Salud. Son más de 300 millones de personas las que padecen este mal que, contrariamente a lo que piensa la gente, no se origina por algún desorden interno de la persona, sino por efectos del contexto social donde vive el individuo.
De acuerdo con la psicóloga social comunitaria, Jacquelinee Rojas, el entorno social resulta decisivo en una persona con depresión porque siente que nadie lo comprende, que nadie lo escucha. “Debemos entender que la depresión es un trastorno psicológico porque es un conjunto de efectos que nacen en un lugar, un entorno y un momento específico, que lo ocasionaron”, explicó.
La clave de entender la depresión desde ese enfoque da una vuelta de 180 grados a su forma de tratamiento. Es un trastorno porque se origina afuera, no dentro de la persona. Tenemos que centrarnos más en el entorno en que se desarrolla la persona deprimida, más que en sus síntomas”, advirtió la experta en salud mental.
Entre los factores ambientales o externos que pueden originar una depresión, precisó Rojas, encontramos el estrés laboral y una economía insatisfactoria; el rompimiento de una relación y el sexo; la violencia; y también las fracturas que sufren las personas por las diferencias en las clases sociales, es decir, el daño mental que produce el difícil acceso a servicios básicos como a la energía eléctrica o el agua potable.
¿Cómo se puede tratar la depresión?
De acuerdo con la psicóloga Liliana Tuñoque, en primer lugar, la persona necesita conversar con otra que sea digna de confianza, “que pueda entender lo que siente sin criticar, sin juzgar, sin dar mayores recomendaciones”. Luego de esa ‘catarsis’, la persona debe acudir a un profesional de la salud mental para que le pueda suministrar fármacos o terapias para tratar la depresión.
Rojas agregó que como la depresión tiene raíces sociales, no se debe pensar que la persona con depresión tiene todas las soluciones. La persona necesita descentrarse de sí misma, necesita trabajar en su entorno social como la familia, los amigos y los colegas de trabajo.
El pronto diagnóstico de la depresión es vital para evitar futuras complicaciones trágicas del trastorno. Según información del Departamento de Salud y Servicios Sociales de los Estados Unidos, más de la mitad de las personas que se suicidan no sabían que padecían de algún problema en su salud mental. La información y el apoyo del entorno social pueden salvar una vida. La indiferencia, sí lastima.
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