Los ecofenómenos son clave para encontrar la cura de enfermedades neuronales como autismo y síndrome de Tourette.//
Cuando uno ve a alguien bostezando resulta casi imposible evitar imitarlo. Y es que al igual que la risa, el llanto y las arcadas, el bostezo es una acción muy contagiosa. Pero no solo eso, el bostezo podría ser el eslabón perdido en las investigaciones para encontrar una cura a enfermedades como la epilepsia, autismo, demencia y el síndrome de Tourette.
Un estudio de la Universidad de Nottingham en Reino Unido, de la revista Current Biology, concluyó que el análisis de los ecofenómenos, definidos como las imitaciones automáticas de palabras y acciones de otras personas, y su control ayudaría a entender los reflejos en la corteza motora del cerebro, vinculada a los movimientos involuntarios característicos de estas condiciones clínicas.
La epilepsia es una de las enfermedades cerebrales crónicas más conocidas en todo el mundo. Su principal característica son las convulsiones recurrentes que pueden estar complementadas con la pérdida de la consciencia durante los episodios, explica la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Estos movimientos involuntarios son causados por el incremento de la excitabilidad de la corteza motora, una situación que no puede ser controlada y que visualmente se relaciona con la contracción y relajamiento de músculos de manera espontánea.
De acuerdo con la investigación, la futura cura de la epilepsia y el autismo, que presentan ecofenómenos conocidos como tics, sería cercana cuando se consiga tratar y controlarlos, reduciendo la excitabilidad de la corteza primaria del cerebro, zona que controla los movimientos.
En el análisis se monitorearon a 36 mujeres y hombres, con una sola indicación: tratar de resistir el bostezo luego de ver a otras personas abrir deliberadamente la mandíbula.
Dos resultados de la investigación sorprendieron: el primero, que era casi imposible resistirse durante mucho tiempo a los bostezos, más ante la proximidad de la persona que bosteza; y, segundo, quienes lograban la difícil labor de reprimir un gran bostezo, incrementaban en casi el 50% la excitabilidad de su corteza cerebral. El rumbo de este estudio planea que se pueda encontrar una cura a los desórdenes neuronales sin el uso de fármacos.
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