Declaración se produce en medio del intenso debate generado en Brasil por los grupos que defienden el aborto en los casos de microcefalia, asociados al virus del zika.
Leticia de Araujo, una joven brasileña que contrajo zika en su tercer mes de embarazo y que hace justo un mes dio a luz a Manuelly, una bebé a la que diagnosticaron microcefalia, asegura que es viable criarla, así como lo hace con su otra hija, de un año y cinco meses y totalmente sana.
"Se aprende a ser madre de un niño normal y de un niño con microcefalia", sentenció en declaraciones a Efe mientras mecía a la benjamina en su regazo. "La única diferencia es que Manuelly tiene una hora en la que llora mucho" y "se pone muy nerviosa, agitando los brazos", pero "fuera de eso es normal".
Su declaración se produce en medio del intenso debate generado en Brasil por los grupos que defienden el aborto en los casos de microcefalia, una malformación cuyo número de casos saltó significativamente, y paralelamente junto a los de zika, en los últimos meses.
Las autoridades dicen tener indicios de que varios casos de microcefalia en Brasil fueron provocados por el nuevo virus transmitido por el mosquito Aedes aegypti y declararon una emergencia sanitaria por la posible relación entre las dos enfermedades.
Asistencia de un neurólogo
En la pequeña casa que alquila junto a su marido en el humilde distrito de Sao Mateus, un suburbio al este de Río de Janeiro, la madre de 21 años asegura que "el niño no tiene la culpa" de la malformación y que, en su caso, con una niña sana y otra con microcefalia, consigue "atender a las dos" por igual.
Reconoció, sin embargo, que todavía tiene mucho que aprender sobre la malformación de su hija, que va a requerir la asistencia de médicos durante un prolongado espacio de tiempo y que van a aumentar los gastos de la familia de cara al futuro.
Tras dar a luz la pusieron en contacto con la Agencia de Vigilancia Sanitaria de Brasil y le recomendaron la asistencia a un neurólogo, ya que los niños con esta disfunción quedan afectados especialmente en ese campo, pero no le dieron mucha más información, aseguró.
Hasta ahora se ha limitado a la información que recibe a través de las redes sociales de madres brasileñas en su misma situación, pero se mantiene a la espera para poder disponer de una plaza en el Instituto Fernando Figueira (Fiotur), un centro de referencia donde tratarían a su hija para normalizar al máximo posible su desarrollo.
Leticia asegura igualmente que nadie le advirtió sobre las posibles consecuencias negativas de contraer el zika durante el embarazo y que hasta ahora no sabe si fue el virus realmente el que provocó la malformación de su bebé.
Cuidados especiales
Admitió que Manuelly "necesita más cuidados" que su otra hija, entre los que se incluye leche infantil desde la primera semana, ya que no mama, y que requerirá más médicos, como oftalmólogos, neurólogos o pediatras, ya que de momento las consultas se han limitado a los pediatras costeados por la economía familiar.
Leticia, que ha tenido que dejar su trabajo de vendedora para atender a su hija pequeña, depende ahora del sueldo de su marido, de 25 años, que se dedica a la reparación de aparatos de refrigeración y aires acondicionados.
Durante el día cuenta con la ayuda de su madre, que se ha mudado para estar con ellos durante más horas, además de trabajar en un turno de noche.
La llegada de Manuelly fue inesperada de por sí para sus padres, que solo supieron del embarazo a los tres meses de gestación, una semana después de haber descubierto que tenía el zika, y los médicos tan sólo identificaron la microcefalia en diciembre, en la última ecografía planeada antes del nacimiento.
"Los médicos dijeron que era casi seguro pero que no me lo podían asegurar porque todavía no estaba muy claro", recuerda Leticia.
Tras hacer dos pruebas más que dieron positivo en microcefalia, reconoció que "fue angustioso", ya que "no sabía qué niño iba a venir, cuáles iban a ser las dificultades", pero su actitud cambió al verla nacer, cuando la vio "perfecta", sin "ningún problema de respiración ni nada".
Asegura ser consciente del "problema neurológico", al que el médico se refiere como "bien grave", pero concluye que, al final, "en mi día a día ella solo parece una niña normal. No hay ninguna diferencia entre ella y mi otra hija".
EFE
Comparte esta noticia