Hombres y mujeres tienen diferentes filtros para la elección final de una pareja. Ellas tienen una tendencia natural a ser más selectivas.
Vivir bien
Pareja
"Cuando yo veo las piernas de mi mujer no siento nada, pero si a ella le duelen las piernas, también me duelen las mías", dijo el célebre escritor y poeta español Miguel de Unamuno en una entrevista, cuando él tenía avanzada edad. A ese nivel de identificación y compenetración se puede llegar en el amor, solo hay que saber elegir.
Como seres humanos naturalmente pasamos por una selección de 'candidatos', aunque con los años ese proceso se ha acortado, nos dice el psicólogo peruano Christian Martínez. Las redes sociales como Facebook o Tinder han contribuido en ello.
El especialista explica que existe una selección natural y otra social. Lo primero es más intrínseco e inconsciente, ligado al tema reproductivo y a la percepción de que tan saludable es la persona. Lo segundo se refiere a estereotipos o estándares que socialmente hemos creado y asumido como ciertas, por ejemplo, la belleza.
Ellos y Ellas
Según un estudio publicado en Evolution and Human Behavior, hombres y mujeres se diferencian en que en ellas influye más el "efecto encuadre", es decir, pesan los filtros mentales o emocionales cuando toman decisiones.
"Elegir a alguien que podría ser un pobre proveedor o un padre desamoroso tendría serias consecuencias para una mujer y para su descendencia, por lo que planteamos la hipótesis de que las mujeres son naturalmente más recelosas de la información negativa al evaluar a un posible compañero", sostienen los autores Gad Saad y Tripit Gill, investigadores de Concordia University, en Montreal, Canadá.
Christian Martínez añade que el hombre observa la relación entre la cintura y la cadera de la mujer, porque les asegura que pueda tener un buen embarazo; también asocia unos "pechos adecuados" a la idea de fertilidad.
El sexo femenino, por su parte, es más selectivo y tiene una tendencia natural a buscar una buena genética en su pareja, aunque equivocadamente lo asocie a la belleza física.
No es a primera vista
Estos filtros de los que hablábamos más arriba, conscientes o inconscientes, nos ayudan a validar si sentimos rechazo o aproximación por esa persona que estamos 'evaluando'. "La primera impresión influye pero no determina", anota el psicólogo peruano.
Un artículo titulado "Laws of Attraction: How Do We Select a Life Partner?" (¿Cómo elegimos a un compañero de vida?) publicado en Psychology Today señala que la investigación ha hallado que "nos atraen las personas que son como nosotros", y eso es porque se nos hace más fácil comunicarnos, entender, conocer y confiar.
Martínez precisa que esa lógica se enmarca en el llamado principio de "economía mental", pero nos aclara: "ser totalmente iguales nunca va a suceder. Hay aspectos en común que hacen sostenible una relación, pero hay parejas que el hecho de las diferencias les causa interés".
Lo que entra en juego para la selección final
Tengamos claro, en primer lugar, que no existe la pareja perfecta, apuntemos a un 'amor inteligente'.
"Me enamoro con mi cabeza, no solo con el corazón, hay que reconocer y aceptar los pasivos y activos de la persona, conocer sus proyecciones, su carácter. Evalúe si puede vivir con eso, que no se un amor puramente emocional", aconseja el terapeuta familiar y de pareja José Baldeón.
El experto nos explica que ser selectivo no es sinónimo de "sobrado" y nos deja algunas pautas para lograr un equilibrio entre lo racional y lo emocional.
1. No podemos amar lo que no conocemos. Lo básico es saber 'de qué pie cojeamos' para evitar cubrir nuestros vacíos o necesidades, idealizando a otros. "De lo contrario seríamos como el sediento que está en el desierto y ve manantiales que no existen".
2. La incompatibilidad de caracteres es un mito. "El carácter debe irse construyendo, sanando, adaptándose a una relación. El problema es cuando no quiero cambiar o mejorar".
3. No existen las almas gemelas. "Debemos tener similitudes en cosas básicas como los valores o la religión, porque el amor no lo cubre todo y habrá conflictos. Las diferencias pueden ser en lo periférico, porque puedo ser un intelectual y la otra persona no tanto o me gustan las fiestas y a él no; eso se puede arreglar, se puede manejar y trabajar, no es motivo de grandes conflictos".
4. El sexo no lo es todo. Junto con la comunicación y el dinero, las investigaciones lo colocan entre los tres temas principales por las que las parejas entran en crisis. "Depende de la formación y de la idea que tenemos de sexo, puede pasar que él tenga eyaculación precoz o ella sea frígida, esas limitaciones se pueden corregir, además se puede aprender en pareja".
Vivir bien
Pareja
La selección final del ‘candidato’ debería tener un equilibrio entre el análisis racional y emocional. Un ejemplo de estudio son los matrimonios arreglados que tienden a durar más tiempo y ser felices.
Y es que en una relación exitosa importa la fuerza de voluntad. "Los matrimonios arreglados no parten de la atracción, los padres que miran de manera más objetiva, eligen qué conviene al hijo, escogen por ellos porque saben lo que es mejor. Esa pareja aprende a conocerse y a amarse porque eso es más un asunto de voluntad que de emociones. Las parejas de Oriente duran más que las de Occidente (ponen más énfasis a los sexual y a la atracción)". Pero ¡cuidado!, esas historias pueden ser excepciones positivas, no una regla.
Lo que sí está probado es que la atracción bioquímica dura un promedio de dos años. El terapeuta finalmente nos plantea que en nuestra selección de pareja pensemos en un relación que evoluciones a tres niveles: 1. Amor eros (atracción física, sexual y emocional), 2. Amor filios (compañerismo, amistad), 3. Amor ágape (entrega, sacrificio por el otro). Recuerda las palabras de Miguel de Unamuno, al inicio de esta nota.
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