La delincuencia no solamente nos quita tranquilidad, también nos obliga a invertir más en sistemas de seguridad cada vez más sofisticados.
El aumento en los índices delincuenciales registrados en los últimos años tiene muchas consecuencias negativas para el país. No solamente es grave porque la gente está cada vez más expuesta a asaltos, robos e incluso asesinatos; también la economía del país se resiente por los crecientes costos de la seguridad. El dinero que los peruanos emplean para mejorar su seguridad personal y la de sus viviendas, reponer artículos robados, contratar seguros con primas cada vez más altas e –incluso– pagar extorsiones es dinero que deja de utilizarse en otras actividades económicas que podrían dinamizar más la economía. Y a eso hay que sumarle una cantidad incierta de dinero que las personas pueden dejar de invertir o gastar –por ejemplo, poniendo un negocio, saliendo de viaje o acudiendo a un restaurante–, como consecuencia de su miedo a ser asaltados o despojados de sus bienes.
Este costo de la inseguridad ha sido cuantificado. Según el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), en el Perú asciende a nada menos que US$10.325 millones, lo que equivale a 2,77% del PBI. Es una cantidad enorme: a modo de comparación, el presupuesto del Estado Peruano asignado a la Educación durante el año 2016 fue menor, pues ascendió a S/.24.813 millones.
Este costo de la inseguridad incluye los crecientes costos que asume el Estado para mantener las prisiones y la policía, pero lo cierto es que en el Perú las personas también incurren en crecientes costos para reforzar por su cuenta su propia seguridad.
Por ejemplo, si antes bastaba con poner una chapa y una reja para proteger una vivienda, ahora muchos vecindarios juntan dinero para colocar una reja perimetral en todo el barrio, contratar vigilantes e instalar tranqueras. Asimismo, prácticamente todos los distritos en Lima han montado servicios de serenazgo, que son financiados al menos en parte por sus vecinos a través de arbitrios. Y cada familia refuerza la seguridad de su propia vivienda en la medida de sus posibilidades, colocando cercos, chapas y trancas reforzadas, cámaras de seguridad y sistemas de alarma. Sumando todas estas medidas, se puede llegar a un costo considerable. Es el costo de la seguridad.
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