Los trabajadores independientes se encuentran dentro del grupo de los trabajadores informales y representan el 41% de la PEA.
Los trabajadores independientes forman parte del rubro informal por dos razones fundamentales: la primera se fundamenta en la amplia gama de actividades que realiza este grupo, que incluye desde profesionales con altos ingresos hasta trabajadores con baja capacidad contributiva. Y la segunda razón se debe a la alta proporción de trabajadores independientes que sí realizan sus actividades de manera informal.
Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), el número de trabajadores informales asciende a 11 millones, de los cuales, el 41% son trabajadores independientes, es decir, 4,4 millones de personas. Este grupo no cuenta con acceso a seguridad social, como sí es el caso de aquellos trabajadores dependientes que obtienen servicios de salud y pensiones, porque son formales.
Caso. César Talledo empezó su etapa laboral en una empresa familiar, donde tuvo la oportunidad de afiliarse al Sistema Privado de Pensiones y su empleador le descontaba el 10% destinado a su fondo.
Con el tiempo, César se convirtió en un trabajador independiente para poder alternar mejor sus horarios con la universidad. Como independiente, no tiene obligación de aportar a su AFP, sin embargo, hace un esfuerzo por organizar sus gastos y aún destinar el 10% u 8% a su Cuenta Individual de Capitalización.
La cantidad de trabajadores independientes afiliados al Sistema de Pensiones ha crecido en la última década. Solo en el 2015, en el Sistema Privado de Pensiones, se registró un número total de 2 millones de independientes afiliados, es decir, un porcentaje de 32% de los afiliados. Y en el Sistema Nacional, 185 mil personas, que representan el 4% del total de afiliados.
Sin embargo, la afiliación al sistema no implica que el trabajador independiente reciba una pensión al momento de su jubilación, o reciba la pensión esperada. La razón se justifica en la cotización, debido a que el trabajador independiente no está obligado a aportar y no suele hacerse un hábito. Esto genera aportes irregulares, lo que resulta, en el caso de la ONP, que el trabajador no llegue a sus 20 años de aportes, y en el caso de la AFP, que el monto de su pensión sea bajo.
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