Los niños y niñas de esta comunidad en Puente Piedra han sido beneficiados con las bibliotecas familiares.
En Puente Piedra, un distrito donde la extrema pobreza y la violencia familiar y sexual son comunes, se erige un barrio cultural conocido como “Quijote”. Este proyecto, que beneficia a más de 25 familias de escasos recursos económicos y busca formar lectores críticos en nuestro país, ha sido posible gracias a un premio de Ministerio de Cultura (Mincul).
Este premio benefició a los Quijotes en 2019, cuando ganaron un premio de 25 mil soles del Programa del Libro del Ministerio de Cultura y así pudieron adquirir libros con gráficos y empastados, en cantidades de 10 ejemplares por título.
Los promotores Lis Pérez y Eddy Ramos empezaron este viaje transformador cuando hace trece años inauguraron la biblioteca “Don Quijote y su Manchita” en Puente Piedra. Es así como con mucho esfuerzo, la idea creció hasta convertirse en “Quijote para la vida” –iniciativa ganadora de varios premios– y más tarde, impulsaría la construcción del centro cultural Luis Berger.
Ahora, como resultado de este programa, los 25 niños y niñas del barrio Quijote beneficiados de las bibliotecas familiares, empezaron a escribir sus propias obras de ficción. En el taller eligieron y leyeron en grupo cinco libros, entre ellos “Una niña hecha de libros”, “La peor señora del mundo” y “Las aventuras de Juanito”. Después de inspirarse, pusieron en marcha su imaginación y crearon personajes y aventuras que interactuaban con Quijotes o Dulcineas.
Construyendo el barrio Quijote
El diseño y los murales que dan vida al barrio Quijote son obra de los artistas colombianos Carolina Martínez y Héctor Tobarez, del colectivo Diseño Detonante. El primer paso fue visitar las casas que abrirían sus puertas para implementar una biblioteca, y encontraron que la televisión ocupaba un espacio importante en la vida de los niños. Sin embargo, los pocos recursos económicos no eran impedimento para no tener un librero y cada casa contaba con este pequeño mueble, construido de un java de frutas.
Inspirados con su descubrimiento, Carolina y Héctor propusieron el diseño de un mueble que no solo servía para apilar libros, sino también como un espacio especial para recostarse a leer. Incluyeron una pizarra, una zona acolchonada y una luz LED para que los niños y niñas del barrio Quijote se introdujeran cómodamente al fantástico mundo de los libros.
En el proceso, se reafirmó la idea de involucrar a toda la familia en el desarrollo del proyecto. De esta manera, se convocó a las madres y a los padres a que trabajaran de manera colectiva en la fabricación de los tableros. A lo largo de varios días, se acercaron muchas madres a lijar la madera en el taller de carpintería que se improvisó en el centro cultural Luis Berger.
El barrio Quijote se ha convertido en un lugar importante para los vecinos de la comunidad Santa Rosa, pues es aquí donde los niños y niñas descubren a diario a través de la lectura que pueden viajar por otros mundos, motivar el desarrollo de su distrito y, sobre todo, crear historias desde el juego.
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