Consumir solo alimentos específicos no hará que prevengas el coronavirus, pero una mala alimentación general y la falta de higiene adecuada, sí puede poner en riesgo tu sistema inmunológico al combatirlo.
Hasta antes del brote de coronavirus (COVID-19) en la ciudad de Wuhan (China) en diciembre del año pasado, esta enfermedad era desconocida. Ahora, debido a su rápida propagación y presencia en distintos países, es considerada como una pandemia y ha puesto en alerta a todo el mundo. Los síntomas más comunes del coronavirus –que pueden presentarse entre 2 y 14 días después de la exposición al virus– son fiebre, cansancio y tos seca.
La mayoría de las personas se recupera de la enfermedad del coronavirus sin necesidad de seguir un tratamiento especial, además de acatar las medidas para evitar contagiar a otras personas. Sin embargo, de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), se ha advertido que los pacientes ancianos y los que padecen otras enfermedades subyacentes son más vulnerables y pueden tener consecuencias más graves.
Asimismo, la OMS indica que antes de esta pandemia, el 63% de muertes en el mundo fueron ocasionadas por afecciones como la diabetes, los infartos, las enfermedades cardíacas, el cáncer y las enfermedades respiratorias. Ahora, el patrón sugiere que las personas que presentan alguna de estas condiciones se encuentran en mayor riesgo frente a la pandemia del COVID-19. Por ello, además de seguir las restricciones que han proclamado los gobiernos alrededor del mundo, llevar una vida sana con una alimentación equilibrada y una higiene adecuada toman relevancia, ya que es un momento en el que nuestras defensas deben estar listas para enfrentar este virus.
Un sistema inmunológico fortalecido desde una edad temprana nos ayudará a protegernos y combatir diversas enfermedades, entre ellas las respiratorias causadas por distintos virus y bacterias. Por otro lado, la combinación de factores de un estilo de vida saludable, como mantener un peso adecuado, hacer ejercicio físico regularmente y seguir una dieta equilibrada, pueden reducir el riesgo de padecer enfermedades crónicas en la adultez.
Una alimentación saludable
Las deficiencias nutricionales son la causa de sistemas inmunes débiles y, por lo tanto, aumentan el riesgo de contraer enfermedades. Por ello, tener una alimentación nutritiva es esencial y de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), los hábitos alimentarios sanos comienzan en los primeros años de vida.
La lactancia materna exclusiva favorece el crecimiento sano y mejora el desarrollo cognitivo. Además, puede proporcionar beneficios a largo plazo como la reducción del riesgo de sobrepeso, obesidad y de enfermedades no transmisibles en etapas posteriores de la vida. Los expertos recomiendan la lactancia materna exclusiva durante los seis primeros meses, y a continuación, la introducción de alimentos complementarios adecuados a la edad sin abandonar la lactancia natural hasta los dos años o más.
Durante la infancia se necesita muchísima energía para crecer física y cognitivamente, por lo que también es el momento ideal para enseñar a los más pequeños los hábitos nutricionales que les marcarán el resto de su vida. Estos son algunos aspectos que se deben tomar en cuenta al enseñar a los niños y niñas a comer sano:
Cinco comidas al día: Hay que empezar por enseñar la importancia de consumir las tres comidas básicas: desayuno, almuerzo y cena. Iniciar el día con un buen desayuno, asegurará su energía para aprender y jugar. Por otro lado, a los niños y niñas les gusta llevarse algo al colegio para tomar en el recreo, así que aprovecha para incorporar a su dieta alimentos como fruta, sándwiches saludables y lácteos, que puedan ingerir entre comidas.
Come en familia: En Perú, la acción de comer está muy vinculada a la socialización y a los buenos momentos en familia. Disfrutar de nuestros alimentos es fundamental para enseñar a los niños a comer bien, por lo que deberás procurar tener una hora dedicada a sentarte a la mesa con tus pequeños y animarlos a comer y conversar.
Recuerda que los más pequeños aprenden por imitación, así que, si tus hijos y/o hijas te ven comer una variedad de alimentos, es más probable que también se animen a probarlos.
Mezcla colores: Las preferencias de los pequeños se ven influenciadas por la forma en que les ofrecemos los alimentos, por lo que a la hora de preparar las comidas debes tener en cuenta que la presentación de los platos es clave para que los niños acepten mejor estas comidas.
Como a los niños les encantan los colores y se entusiasman al ver platos con alimentos vistosos, puedes aprovechar para incorporar una variedad de verduras para acompañar la proteína (carne, pollo o pescado), carbohidratos y legumbres.
Una higiene adecuada
Los hábitos de higiene personal son imprescindibles en nuestra vida, pues es un aspecto que afecta directamente a nuestra salud al ayudarnos a prevenir afecciones causadas por virus y bacterias que se encuentran en el ambiente y se adhieren a nuestra piel. De hecho, según la UNICEF, una higiene adecuada puede prevenir 1 de cada 3 enfermedades diarreicas y 1 de cada 5 infecciones respiratorias.
Como un hábito se genera con el tiempo y debe ser repetido muchas veces para que se incorpore a la rutina, la infancia es la etapa perfecta para concientizar a los niños y niñas, en casa y en la escuela, sobre la importancia de la higiene personal para tener una buena salud.
Enseñar sobre el lavado de manos y la limpieza de los dientes son algunas de las actividades diarias que necesitan de mucha paciencia y un seguimiento constante para convertirse en hábitos de aseo personal. A continuación, te damos algunos consejos para lograrlo:
Lavado de manos: Es uno de los hábitos de higiene personal más importantes. Con esta acción se puede prevenir enfermedades infecciosas como la tuberculosis, la neumonía, el cólera y las infecciones respiratorias y gripales. Por ello, debes recordar a los más pequeños que se laven las manos con frecuencia y sobretodo, al llegar a casa, antes de comer, después de ir al baño y cuando estén visiblemente sucias.
Sé su ejemplo a seguir. Muéstrale cómo deberán lavarse las manos con agua y jabón, durante al menos 20 segundos y posteriormente, asegúrate de que comprendan las instrucciones y puedan repetir el proceso. Nunca olvides que, al trabajar con niños y niñas, el ejemplo es la mejor manera de enseñar.
Limpieza de dientes: El lavado bucal es una medida imprescindible para evitar problemas dentarios como las caries. A partir de los 12 a 18 meses se recomienda limpiar los dientes del bebé con un cepillo adaptado y un dentífrico recomendado por un odontólogo para su edad. Cuando haya crecido, es necesario recordarle al niño que debe lavarse los dientes después de cada una de las comidas importantes del día o, al menos, dos veces por día.
Es importante ser consciente de las limitaciones propias de su edad, ser constante y tener mucha paciencia. Durante los primeros años de vida del pequeño, es importante que lo ayudes con el cepillo y más adelante, puedes convertir el lavado de dientes en una actividad para realizarla juntos, donde pueda imitar la manera en cómo lo haces tú.
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