Saoirse Ronan y Laurie Metcalf protagonizan la película nominada a los Oscar 2018.
“Lady Bird” es una película sobre la construcción de una personalidad. Es una cinta de gestos mínimos, que avanza sin dramatismos, que transita por el final de la adolescencia, en ese punto en el que uno debe decidir qué será de su vida, en esa edad en la que se piensa si es posible llegar a ser como uno quiere.
En la película vemos a Christine (la estupenda actriz Saoirse Ronan), apodada por ella misma ‘Lady Bird’, en su último año en un colegio católico. Ella es una muchacha de 17 años, nacida y criada en Sacramento (California), que quiere estudiar en Nueva York y se encuentra viendo opciones de universidades. Pero muy pocos confían en su capacidad para ser admitida. No es la mejor de su clase, solo es una adolescente promedio que cree tener una sensibilidad artística, algo que va más allá de lo que puede encontrar en su ciudad natal, tan pequeña para sus ambiciones. El nido, su propio hogar, ya le quedó chico para las alas que quiere desplegar.
En su estructura “Lady Bird” es la típica comedia adolescente con enamoramientos y con la mira puesta en un baile de graduación. Pero en el fondo es más que eso, porque captura un momento de dudas, una emoción antes de la adultez, algo sobre lo que se suele tener conciencia cuando ya ha pasado. La mirada de su directora Greta Gerwig es nostálgica, realista, una carta al pasado para la adolescente que fue. Y está contada de esa forma, como chispazos, momentos breves, como soltados por la memoria.
La protagonista se enamora, encuentra nuevos amigos y también algunos trabajos. ‘Lady Bird’, por supuesto, no es popular entre sus compañeros. Es rebelde, pero como salida de un catálogo, es un intento de ser ‘cool’. Y aunque parezca dominar la escena en realidad su lugar natural es estar al margen. ‘Lady Bird’ prefiere vivir de las apariencias. Se muestra fuerte, pero es frágil; cree saberlo todo, pero sigue aprendiendo.
Lo más interesante en la película es la relación que ‘Lady Bird’ tiene con su madre Marion (interpretada por Laurie Metcalf). Son personas en esencia muy conectadas, que se quieren, pero también son hostiles cuando se lo proponen. Una es el pasado de la otra y por eso no se hablan solo desde el vínculo familiar sino desde las fronteras que han establecido el tiempo y la edad, lo que pudo ser y no fue. En general, la película tiene un guion lleno de diálogos punzantes en apariencia inofensivos, pero a los que hay que estar muy atento. Greta Gerwig traza además con mínimos gestos a personajes muy reales como el padre de ‘Lady Bird’ que ha perdido su empleo, su mejor amiga del colegio, y los dos chicos en los que se interesa (los actores Lucas Hedges y Timothée Chalamet), el sensible y el chico malo , ambos también transitando por su conflictiva y contradictoria masculinidad.
No es casual que la película transcurra en el 2002. Está muy presente el 11 de setiembre, el miedo se ha instalado aunque no se diga, todavía no existe Facebook ni hay smartphones. Se ve el futuro de una manera más incierta que en la actualidad. ‘Lady Bird’, tan egocéntrica y escéptica, no está preparada para lo que vendrá. Como cualquiera.
Valoración: 3.5/5
¿Qué esperar?: Una película de espíritu 'indie' para reflexionar y reir sobre el tránsito de crecer. Con muy buena música. Es una fuerte competidora para el Oscar a Mejor Guion Original.
Comparte esta noticia