El magnicidio del candidato presidencial ecuatoriano Fernando Villavicencio ha conmocionado a la clase política de este país y ha merecido una condena unánime en América Latina y el Caribe. Ante este hecho execrable, varios analistas y politólogos recordaron otros periodos de violencia política en la región, que derivaron en los asesinatos del colombiano Luis Carlos Galán en 1989 y del mexicano Luis Donaldo Colosio en 1994.
No obstante, algunas preguntas flotan en el aire ¿existen similitudes entre el caso ecuatoriano y el peruano? ¿Qué tan lejos estamos de experimentar lo que actualmente ocurre en el hermano país? Para ensayar una respuesta he seleccionado cuatro variables. Veamos.
La primera variable es la inestabilidad política, y en este aspecto hay varias semejanzas. Debemos señalar que Ecuador sufrió un periodo de enorme inestabilidad entre 1997 y 2007, muy similar a lo que vive el Perú actualmente. En esos diez años Ecuador tuvo siete presidentes hasta la llegada de Rafael Correa. Sin embargo, parece que el periodo de marcadas oscilaciones vuelve, ya que Guillermo Lasso se ha visto obligado a recortar su mandato que originalmente concluía el 2025.
La inestabilidad política nos lleva al segundo factor, la legitimidad del sistema democrático, donde también se presentan importantes similitudes. Revela el último Latinobarómetro 2023 que Ecuador tiene al presidente menos popular de América Latina, con un paupérrimo 14% de aprobación, seguido por la mandataria Dina Boluarte con 15% de respaldo. Ambos mandatarios son los peor evaluados de América Latina y están a una considerable distancia del promedio regional de 40%, y a años luz de los presidentes más respaldados como el salvadoreño Bukele como 90%, el brasileño Lula con 61% o el mexicano López Obrador con 58%. A su vez, Perú y Ecuador son también los menos satisfechos con el desempeño de la democracia de todos los países analizados en América Latina y el Caribe, con 91 y 87%, respectivamente.
La tercera categoría de análisis es probablemente la más sensible, la violencia. De acuerdo con data del Banco Mundial (BM), durante el mandato de Rafael Correa el porcentaje de homicidios por cada 100 mil personas cayó abruptamente de 18 el 2008 a 6 el 2017. Empero, a partir de la llegada de Lenin Moreno al poder, la situación comienza a deteriorarse dramáticamente, alcanzando los 25 asesinatos por cada 100 mil el 2022, la más alta en su historia. Para el 2023 la prognosis luce aún peor, dado que varios expertos calculan que la cifra alcanzaría los 40 homicidios por cada 100 mil, ubicando a Ecuador como uno de los países más violentos del mundo.
En comparación, los datos del Perú pintan mejor, pero con algunos aspectos preocupantes. De acuerdo con el INEI (2022), la tasa nacional de homicidios por cada 100 mil se incrementó de 5,4 el 2011 a 7,6 el 2018. Sin embargo, el 2019 y el 2020 reportaron resultados parciales de 7,4 y 5,8 respectivamente, es decir una disminución. No obstante, a partir del 2022 se esperaría un fuerte incremento debido principalmente a la explosión de casos de sicariato que padece el país. De igual forma, es importante señalar que el promedio nacional oculta profundas desigualdades; el caso de la ciudad de Tumbes luce emblemático. Dicha urbe tiene una tasa de homicidios de 23, similar al actual promedio ecuatoriano.
El último factor para analizar es la corrupción. Según el Índice de Percepción de la Corrupción 2022, elaborado por Transparencia Internacional, Ecuador y Perú aparecen en idéntica posición, 36 de 180 países evaluados, por debajo del promedio mundial y de las Américas que se sitúa en 43.
A manera de conclusión, podemos señalar que Ecuador y Perú presentan varias semejanzas en aspectos clave que deberían merecer una contundente respuesta por parte de nuestras autoridades. Ambos países están inmersos en procesos de profunda inestabilidad política. De igual forma son las naciones menos satisfechas con la democracia en toda la región. A su vez presentan un idéntico nivel de avance de la corrupción, con peor desempeño que el ponderado mundial. Donde sí hay una profunda brecha es en la violencia, aunque ya comienzan a aparecer localidades peruanas como Tumbes que exhiben indicadores de homicidios similares a los ecuatorianos ¡Cuidado!
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