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“Qué conveniente es ser venezolano”

El imaginario colectivo acerca de las personas migrantes dista mucho de la realidad. Busquemos conocer esta realidad para romper los mitos y construir una sociedad más inclusiva.

Hace algunas semanas vi la película del director libanés Ziad Doueiri “El insulto”, donde los personajes Tony - libanés- y Yasser - palestino, residente en Líbano-, se enfrascan en una disputa judicial a raíz de una construcción en el vecindario de Tony.  Él está cansado de ver tantos palestinos en su país y lo expresa con esta oración: “qué conveniente es ser palestino”, basándose en la supuesta situación de privilegio que tiene esta población en su país: acceso a la salud, empleo, vivienda etc. La realidad de Yasser es, sin embargo, bastante distante de lo que cree Tony: Yasser vive en uno de los 12 campos de refugiados que tiene Líbano para albergar a los 450,000 palestinos registrados como refugiados en Líbano y, trabaja como capataz de manera irregular (su estatus migratorio no le permite trabajar) cuando él es ingeniero de profesión.

Las personas venezolanas, al igual que muchos migrantes en el mundo, viven con la expectativa constante de que su situación migratoria sea renovada para así seguir residiendo y trabajando en el país sin temor a ser expulsados
Las personas venezolanas, al igual que muchos migrantes en el mundo, viven con la expectativa constante de que su situación migratoria sea renovada para así seguir residiendo y trabajando en el país sin temor a ser expulsados | Fuente: Andina

Algo similar ocurre en el Perú con la población venezolana. Frases como estas: “Ellos tienen acceso al Seguro Integral de Salud” o “Nos roban el empleo” traducen este imaginario colectivo en el cual sería algo conveniente ser extranjero y, en particular venezolano. Estas ideas no se ven reflejadas en la realidad de las personas venezolanas en el Perú. Es así que la mayoría de la población venezolana trabaja en el sector informal sin ningún tipo de contrato y con pagos inferiores a los recibidos por los nacionales. Los empleadores, aunque no contratan formalmente a migrantes, suelen exigir un tipo de documento que los autorice a trabajar como es el permiso temporal de permanencia (PTP) o la autorización de trabajo dada cuando una persona es solicitante de la condición de refugiado. En los pocos casos en los cuales acceden a un empleo formal deben pagar un impuesto a la renta entre 24 y 30%, en función a su condición de trabajador dependiente o independiente, por ser considerado no residentes a nivel fiscal. Para ser considerados fiscalmente residentes, las personas venezolanas deben esperar un periodo de entre 6 meses a 1 año, dependiendo de la fecha en la cual hayan llegado al país. En cuanto al acceso automático al Seguro Integral de Salud, solo opera para mujeres embarazadas, niños y niñas hasta los 5 años, sin importar la nacionalidad.  Adicionalmente a ello, si bien el Estado peruano ha creado el PTP esta medida es temporal y ha sido reducida en su acceso a las personas que ingresan al país hasta finales de octubre del 2018. Las personas venezolanas, al igual que muchos migrantes en el mundo, viven con la expectativa constante de que su situación migratoria sea renovada para así seguir residiendo y trabajando en el país sin temor a ser expulsados.

“El insulto” nos permite reflexionar sobre como un país como Líbano, con sus propios fantasmas y traumas, enfrenta la llegada de personas refugiadas de Palestina, pero sobre todo es una película humana que nos presenta las propias vivencias de las personas y su enorme capacidad de empatía con el otro. Yasser y Tony, al fin y al cabo, comparten más de lo que pensaban y son definitivamente capaces de convivir. Busquemos que aquí ocurra lo mismo.  

NOTA: “Ni el Grupo RPP, ni sus directores, accionistas, representantes legales, gerentes y/o empleados serán responsables bajo ninguna circunstancia por las declaraciones, comentarios u opiniones vertidas en la presente columna, siendo el único responsable el autor de la misma.

Responsable de la línea de Movilidad Humana del Instituto de Democracia y Derechos Humanos de la Pontificia Universidad Católica del Perú (IDEHPUCP). Especialista en migración, protección internacional y trata de personas, y docente del curso de la Clínica de Derechos de las personas migrantes y refugiadas en la PUCP.

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