El dramático conflicto entre Rusia y Ucrania nos ha mostrado que uno de los mecanismos que pueden aplicar los países sin el uso de violencia son las restricciones económicas, tal como el veto al comercio. Por parte de las empresas, el congelamiento de sus operaciones en el país. Uno de los resultados de estas medidas es la devaluación del rublo, lo que ha llevado a los ahorradores y a sus familias a retirar los ahorros y buscar una moneda de refugio, presionando aún más a la baja la moneda local.
En la era de la transformación digital, el oro ya no es el único refugio. Las criptomonedas juegan ahora un rol más que el de una divisa nacional, pues también cumplen un papel en la guerra. Por ejemplo, ante las sanciones económicas y su impedimento al uso de la banca global, Rusia cuenta con un rublo casi inservible, pero tiene aún acceso a las criptomonedas. Frente a este escenario, Ucrania solicitó a las plataformas de billeteras digitales, como Kraken o Coinbase, excluir a los habitantes rusos del uso de las criptomonedas, a lo cual respondieron con una negativa, pues iba en contra de los principios de libertad con las que se creó la Bitcoin.
Rusia no sería el primer país en utilizar las criptomonedas para enfrentar las sanciones, pues Corea del Norte o Irán parecen haberlo ya hecho ante su bloqueo de la banca internacional. Por otro lado, esto también afecta a ambos frentes del conflicto, pues el primer ministro de Ucrania, viendo también afectada la moneda de su país, publicó en su cuenta de Twitter un vínculo a una billetera digital para solicitar ayuda y a la cual llegaron 35 millones de dólares en criptomonedas.
Desde el estallido de la guerra, la Bitcoin, la criptomoneda más conocida, ha elevado su precio en un 25%. Estas nuevas divisas podrían cambiar la guerra, así como las guerras podrían cambiar a las criptomonedas, ya sea en los mecanismos para financiar y mover fondos de manera segura durante el conflicto. Y aunque el gobierno ruso aún no las ha utilizado para combatir las sanciones impuestas, podrían cambiar el futuro.
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