Bajo la coyuntura de la COVID-19 y todo lo que implica, los niños(as) y adolescentes están sufriendo lo suyo. No es un secreto para ningún padre o madre que está al pendiente de ellos, el intenso mundo emocional que pueden estar viviendo. Si para nosotros como adultos no es fácil manejar nuestras emociones, es totalmente entendible que para ellos tampoco lo sea, considerando que están en formación y en proceso de autoconocimiento.
¿Qué podemos hacer los adultos para ayudarlos a transitar de la mejor manera este periodo que además no sabemos hasta cuándo durará?
1.- Vivir un buen ambiente familiar: propiciando un clima libre de tensiones, evitando las peleas, discusiones y maltratos, buscando alternativas constructivas frente a los problemas y apelando siempre al diálogo. Para ello es imprescindible que el adulto gestione sus emociones, que sea capaz de autorregularse, para poder brindar calma cuando es necesario. Asimismo, un buen clima familiar propicia la confianza y la comunicación, ayudando a que los niños(as) y adolescentes puedan expresarse sin temor.
2.- Ser empáticos: ponernos en su lugar, tratando de entender el porqué y el para qué de sus conductas. Ellos, al igual que nosotros, han perdido mucho: la escuela presencial que era una oportunidad no solo para aprender sino también para socializar, sus actividades al aire libre (básicas para liberar energía o para relajarse), sus sueños o proyectos para este año, entre otros. Para ser empáticos necesitamos aprender a observarlos y a escucharlos, solo así los entenderemos. Validar sus emociones es básico, así como ayudarlos a canalizarlas de la manera más saludable posible.
3.- Vincularnos afectivamente con ellos: Estar presentes, conectados con su ser, en diferentes momentos. Este vínculo se logra a través del conocimiento mutuo, para lo cual es imprescindible dedicar tiempo. Lo podemos lograr a través de realizar actividades juntos, jugar, y lo más importante, conversar (de acuerdo con la edad será el nivel de conversación). Qué importante es que nuestros hijos sientan que estamos ahí, para ellos, y que disfrutamos de su compañía.
4.- Poner normas y límites: un buen clima, ser empáticos y vincularnos con ellos; todo esto tiene que estar enmarcado en unos límites, con unas pautas que permitan la sana convivencia. Poner normas claras y ser consistentes en su cumplimiento, permitirá dar el orden y estructura que necesitan para regular su comportamiento. Sin embargo, esos límites también deben tener cierta flexibilidad y no caer en la rigidez de un sistema autoritario. Ayuda mucho el poder establecer con ellos de manera consensuada cuando van creciendo algunas normas.
5.- Demostrar amor: tal vez lo más importante de todo. Manifestarles nuestro amor a través de gestos, detalles, palabras. Un “TE AMO”, fortalece su autoestima y les permite tener la seguridad de que son queridos incondicionalmente por sus padres. Un amor que también corrige cuando es necesario, de manera firme pero afectuosa. Un amor incondicional que actúa por y para el bien de ellos. Un amor que nunca olvidarán. Hoy más que nunca necesitan sentirse amados por nosotros.
Comparte esta noticia