Establecer el inicio de la producción académica en el Perú es una tarea difícil y no exenta de riesgos teóricos. Más aun, cuando se trata de una experiencia cultural externa al devenir de la cultura originaria. Por ello, sin entrar en mayor debate, nos centraremos en los hitos más relevantes de la producción académica, al interior de la historia de la música peruana.
Una de las obras más importantes del periodo barroco temprano, acaso la primera, es el Hanaq Pacha Kusikuynin (1631), composición vocal polifónica del sacerdote terciario español Juan Pérez Bocanegra. El Hanaq Pacha Kusikuynin, compuesta en quechua, es un ejemplo del fecundo mestizaje sonoro y es muy valorada por su profunda espiritualidad.
Siguiendo con este recorrido, ya en la plenitud del periodo barroco, destaca la producción musical de Juan de Araujo (1646-1712), también español que llegó a ser maestro de Capilla de la Catedral de Lima y también de la Catedral del Cusco. De Araujo, se han catalogado más de 150 obras, la mayoría religiosas y también de música seglar de inspiración popular.
Pero sin duda, el compositor peruano más importante del periodo barroco fue el huachano José de Orejón y Aparicio (1706- 1765). Las obras del padre Orejón y Aparicio, son tanto religiosas como seglares y destacan sus canciones: “¡Ah, del gozo!”, "Mariposa de sus rayos” y "Ya que el sol misterioso”.
Otros compositor del periodo barroco fue el español Tomás de Torrejón y Velasco (1644-1728), quien fue maestro de Capilla de la Catedral de Lima y autor de importantes obras religiosas. Pero, sin duda, la justa fama de Torrejón y Velasco, proviene de la composición de la primera opera en América: La Purpura de la Rosa de 1701, con libreto de Pedro Calderón de la Barca.
Ya en el siglo XIX, el clasicismo tardío, destaca el importante compositor limeño Bernardo Alcedo (1788-1878). Como sabemos, Alcedo fue el compositor de nuestro himno nacional. Sin embargo, sus obras más notables son “La Misa en re mayor”, “La Misa en mi bemol” y “La Pasión para el Viernes Santo”. Alcedo vivió entre el Perú y Chile, y fue autor del único tratado de filosofía de la música editado en Latinoamérica en el siglo XIX: Filosofía elemental de la música de 1869.
Una mención aparte la merece el arequipeño Pedro Ximénez Abril Tirado (1784-1856), autor de una impresionante producción clásica, que incluye un catálogo de 200 obras, 40 de ellas sinfonías. Sin duda, la grabación y difusión de su obra a gran escala será un acontecimiento relevante.
A fines del siglo XIX y comienzos XX, el contacto con el romanticismo nacionalista en boga en aquellos años, influye a compositores notables como el huanuqueño Daniel Alomía Robles (1871- 1942), autor de la célebre zarzuela El Cóndor Pasa (1913). También al limeño José María Valle Riestra (1858-1925), reconocido por sus tratados de música, pero sobre todo por la ópera Ollantay (1900). Y, Finalmente, Juan de Dios Aguirre Choquecunza (1879–1963), autor de Saqsaywaman y del impresionante Atahuallpa. Este último de la importante Escuela Cuzqueña.
Continuará.
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