Buscar
RPP Noticias
Estás escuchando En vivo
 
00:00 / 00:00
Lima
89.7 FM /730 AM
Arequipa
102.3 FM / 1170 AM
Chiclayo
96.7 FM / 870 AM
Huancayo
97.3 FM / 1140 AM
Trujillo
90.9 FM / 790 AM
Piura
103.3 FM / 920 AM
Cusco
93.3 FM
Cajamarca
100.7 FM / 1130 AM
La información más relevante de la actualidad al momento
Actualizado hace 0 minutos
Entrevistas ADN
Estados Unidos mantendrá TLC pese a ola proteccionista, dice Brian Nichols
EP 1749 • 12:17
El Club de la Green Card
¿Quiénes pueden recibir la pensión de un familiar fallecido en EE.UU.?
EP 124 • 01:30
RPP Data
¿Qué hacer para que Lima Metropolitana no siga creciendo de forma desordenada?
EP 237 • 02:58

Utopía

No es extraño que, en tiempos de grandes dificultades, como los que vivimos y los que habrán de llegar, arribe para nuestro consuelo una de las ideas más complejas, ricas y estimulantes que han surgido en la civilización: la utopía ¿Estamos en condiciones de imaginar algo mejor? Aunque resulte insólito, es el momento.

“Zarpamos del Perú (donde habíamos permanecido durante todo un año) hacia China y Japón, por el mar del Sur, llevando provisiones para doce meses; tuvimos vientos favorables del Este, si bien suaves y débiles, por espacio de algo más de cinco meses”. Este es el célebre inicio de la Nueva Atlántida (1626) del filósofo inglés Francis Bacon, obra con la que culmina el género literario de las “utopías renacentistas”, siendo las otras las que escribieron Santo Tomás Moro, Tomasso de Campanella y Johan Andrea.

A diferencias de los otros ejercicios utópicos, más concentrados en reformas teológico-sociales, el mundo soñado por Bacon tenía como fundamento al conocimiento. Es decir, la justicia y la prosperidad de los atlantes provenían del saber científico y de sus aplicaciones tecnológicas. La “Casa de Salomón”, en la imaginada ciudad de Bensalem, era el eje neurálgico de esta utopía; un centro de investigación que transformaba el conocimiento en técnica que favorecía la vida de los felices habitantes de esta isla hipotética.

La ensoñación de Bacon fue tan poderosa que inspiró el surgimiento de sociedades y academias de ciencia en Inglaterra y en otras naciones. “El fin de nuestra Fundación (La Casa de Salomón) es el conocimiento de las causas, y el secreto movimiento de las cosas; y extender los límites del imperio humano, para efectuar todas las cosas posibles”. En esta descripción sobre los fines de este centro investigación se manifiesta la célebre sentencia baconiana: “el conocimiento es poder”. Y de ahí la convicción de unir el saber metódico y controlado con la acción política y productiva.

| Fuente: Freeimages

De todas las utopías, esta fue la que más éxito llegó a tener. Pues planteó una cuestión medular: la justicia, la equidad y el bienestar de las sociedades, se construyen sobre el conocimiento actual y potencial. Organizando la experiencia y transformándola en acción racional. Sin conocimiento del mundo, de la naturaleza, de la cultura, es imposible establecer la mejoría de nuestras comunidades. La voluntad no basta, requiere de la seguridad de un saber lógico, metódico y real.

Siempre me llamó la atención el inicio de la “Nueva Atlántida”, con esa explícita referencia a nuestro país. Es claro que los viajeros imaginados que zarparon desde el Perú habrían estado en nuestro territorio pensando que aquí encontrarían la “utopía”, el país de la abundancia, el “Jauja”, que llenó de ensoñación aventurera a los viajeros del viejo mundo durante siglos. Al no encontrarlo, decidieron partir hacia el poniente, cruzando el vasto océano Pacífico.

En estas circunstancias, quiero creer que, tras esta terrible experiencia, seremos capaces de construir nuestra “Casa de Salomón”. Que reconozcamos el valor social del conocimiento científico desde sus diversas disciplinas, formando una mentalidad colectiva abierta a la discusión racional, que incorpore a la razón crítica en los diversos ámbitos a fin de vivir mejor. Pues de eso se trata: de vivir mejor.

Sabemos que la “utopía” es inalcanzable, por las mismas limitaciones de la naturaleza humana. Sin embargo, si recordamos que la esperanza es lo que conmueve a la humanidad a no dejarse morir, la utopía se transforma en un gran movilizador de la voluntad. Por ello esta es la oportunidad de darnos cuenta del valor que tiene el conocimiento teórico y científico sobre la vida de todos nosotros. Y que la soberanía que ofrece es el fundamento para construcciones posteriores. No se trata de un sueño, sino de un acto de voluntad proveniente de un descubrimiento colectivo. Esperemos.

NOTA: “Ni el Grupo RPP, ni sus directores, accionistas, representantes legales, gerentes y/o empleados serán responsables bajo ninguna circunstancia por las declaraciones, comentarios u opiniones vertidas en la presente columna, siendo el único responsable el autor de la misma.

Jefe del Departamento de Filosofía y Teología de la Universidad Antonio Ruiz de Montoya (UARM). Es Dr. (c) en Humanidades por la Universidad de Piura y maestro en Filosofía por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Autor del libro "La trama invisible de lo útil. Reflexiones sobre conocimiento, poder y educación" y de numerosos artículos académicos vinculados a la historia de las ideas, con énfasis en la historia conceptual, y en las relaciones entre conocimiento y sociedad en el Perú y América Latina.

Tags

Otros columnistas

Ver más

Suscribirte al boletín de tus noticias preferidas

Suscríbete a nuestros boletines y actualiza tus preferencias

Buzon
Al suscribirte, aceptas nuestras políticas de privacidad

Últimas noticias

Contenido promocionado

Taboola
SIGUIENTE NOTA