Esta vez quiero hablarles a ustedes, a los jóvenes paisanos y paisanas que hoy tienen entre 18 y 30 años y forman la llamada Generación Z. Quizás no lo sepan, pero cuando ustedes fueron niños, el Perú era un país muy distinto al de hoy, pues la pobreza alcanzaba a más del 60% de los peruanos.
Si subían a una combi con diez personas, seis de ellas probablemente no habían desayunado o comido bien ese día. Pero ahí ocurrió algo extraordinario. En pocos años, casi la mitad de los peruanos salió de la pobreza. Hoy, si se vuelven a imaginar esa combi, la probabilidad de que se sienten al lado de alguien que no pudo comer bien ese día es mucho menor, pues solo dos de los diez serían pobres.
Sí, es una vergüenza que haya hambre en nuestro país aún, pero también es un logro inmenso que millones de peruanos hayan salido de esa condición. Algunos analistas dicen que ese avance se debió a los buenos precios del cobre y otros metales y a las grandes empresas y gobiernos que los aprovecharon. Sin duda eso ayudó, pero recordemos que en el Perú ya tuvimos épocas de bonanza internacional como la del guano, la del salitre, la de la pesca; cuya riqueza no llegó al pueblo.
Lo que disminuyó la pobreza reciente fue un componente mucho más profundo: el esfuerzo de los millones de peruanos comunes de las familias de origen migrante provinciano que ante la falta de trabajo empezaron a generar sus pequeños negocios, levantaron kioscos, puestos de mercado, crearon talleres de confección, salones de belleza y muchos otros emprendimientos que todos conocemos.
Y así, como nunca en la historia, se vio que el número de empresas registradas en SUNAT creció de pocos miles hasta casi dos millones, sin contar todas las que nacieron en la informalidad. ¿Y saben ustedes, jóvenes paisanos, quiénes fueron esos héroes? Sí, fueron sus papás y mamás que trabajaron 12 o 14 horas al día para que sus hijos pudieran comer mejor, ir al colegio y en muchos casos llegar a la universidad.
Si se ponen una mano en el pecho y comparan cómo vivían sus padres a su edad con cómo viven ustedes hoy verán que la diferencia es enorme. Ustedes están mejor y no por casualidad o por los buenos gobernantes sino básicamente por el esfuerzo de ellos.
Por eso, jóvenes paisanos y paisanas de la Generación Z, esta mirada positiva al esfuerzo de sus padres es una invitación a seguir su ejemplo, porque si el Perú ya no crece al 7% como antes, les toca a ustedes acelerar otra vez ese desarrollo como ellos hicieron, a pesar de las incertidumbres y de las malas autoridades. Y de paso, esta mirada positiva es también una invitación a que vayan a darles un abrazo y agradecerles por todo lo que hicieron por ustedes.
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