De acuerdo con el estudio anual (2018) elaborado por el Instituto Fraser sobre la competitividad global de 83 países o jurisdicciones en la industria minera, el Perú se encuentra en el puesto 14, por debajo de Chile (figura 1). Esta competitividad global se construye a través del Índice General de Atracción de Inversiones (Investment Attractiveness Index), el cual es producto de combinar las regiones del mundo según su potencial relativo geológico y la percepción de los efectos de las políticas gubernamentales sobre la inversión en exploración minera.
La información se recoge a través de una encuesta diseñada para captar las opiniones de los ejecutivos involucrados en la industria minera global con respecto a las percepciones sobre barreras de inversión en diversos países o jurisdicciones (83) con los cuales sus empresas están familiarizadas. Estas encuestas se estructuran con base en 15 factores institucionales que influyen en las decisiones de inversión en la industria minera, tales como incertidumbre sobre la administración pública (interpretación o implementación de regulaciones) y sobre la normativa ambiental, duplicaciones e inconsistencias reglamentarias, predictibilidad del sistema judicial, régimen tributario, incertidumbre sobre el sistema de resolución de tierras en disputa, sobre qué áreas son o serán consideradas como protegidas, calidad de la infraestructura (incluye carreteras y disponibilidad de energía), acuerdos socioeconómicos y condiciones de desarrollo comunitario (zona de influencia), barreras comerciales y financieras (barreras arancelarias y no arancelarias, restricciones a la repatriación de beneficios, y otras), estabilidad política, regulaciones laborales, calidad de la base de datos geológica, nivel de seguridad (incluye seguridad física debido a amenaza terrorista, de delincuentes, grupos guerrilleros, u otras) y disponibilidad de mano de obra (habilidades).
Por otro lado, si restringimos el Índice General de Atracción de Inversiones a los principales países o jurisdicciones de América Latina y el Caribe (ALC), el Perú se ubica en el segundo lugar (figura 2).
Las exportaciones mineras representan algo más del 60 % de las exportaciones peruanas totales, y las exportaciones no tradicionales menos del 30 % (el 50 % de estas se explican por las exportaciones agropecuarias).
Siendo esto así, la capacidad de importar (bienes de consumo, de capital e intermedios) de un país puede evaluarse –entre otros indicadores– mediante el Índice de Términos de Intercambio. Para el caso peruano (figura 3), observamos que desde 1950 existen oscilaciones que responden a los ciclos económicos globales (somos un país “precio aceptante”), apreciándose el último “gran ciclo” en el período 2000-2012. Lo cierto es que tanto en los períodos de bonanza (booms) como en los de deterioro (busts) en nuestro sector externo, el gran sostén ha sido el sector minero. Cuando este ha sido insuficiente –relativo a otras variables–, hemos registrado una balanza en cuenta corriente insostenible y, por ende, una crisis de balanza de pagos.
Sería absolutamente irresponsable desestimar nuestras innatas ventajas competitivas en la industria minera, como bien nos lo muestra el Instituto Fraser. Desconocer esta realidad sería suicida: un déjà vu económico de cuyas negativas consecuencias, especialmente para los más pobres de nuestra sociedad, muchos peruanos somos conscientes.
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