Presentará sus obras de pintura al óleo y vitrales, en la Sede Central del Club Esmeralda de Santa María del Mar, Km. 50 de la Panamericana Sur.
Con una exposición los días 24, 25 y 26 de enero, el pintor belga Jan Goris, presentará sus obras de pintura al óleo y vitrales, en la Sede Central del Club Esmeralda de Santa María del Mar, Km. 50 de la Panamericana Sur, mediante la cual se estará apoyando al Centro del Adulto Mayor Villa Mercedes.
Formado en la Academia de Bellas Artes de Bruselas y con un Máster en Filosofía y Letras de la Universidad de Lovaina, Bélgica, Jan Goris nos demuestra en su obra una abstracción lírica y contemplativa de colores y movimientos que se agregan al placer de la interpretación libre, como un viaje imaginario.
En el curso de sus encuentros y exposiciones, en países como Inglaterra, Francia, Polonia, Noruega y su natal Bélgica, el artista edificó un estilo a la vez personal y diversificado, el mismo que lo llevó a colocar obras suyas en el Museo Contemporáneo y en el Palacio de las Bellas Artes de Tournai, Bélgica.
Asimismo participó en el Salón Internacional de los artistas contemporáneos en St. Tropez, y en la catedral de Bruselas. En una de sus puestas, en 2005 contó con la visita de Sus Majestades el Rey Alberto II y la Reina Paola de Bélgica.
Desde el año pasado viene realizando exposiciones en nuestro país, en la Alianza Francesa en el Cuzco y en el Club Empresarial en San Isidro, en Lima.
Su conexión a lo sagrado es lo que aporta Jan Goris al arte, por lo que desde hace 4 años escuchó su deseo de abrir su realidad diaria y su necesidad de relacionarse con la naturaleza, decidiendo venir con su familia a instalarse en el Perú, propiamente dicho, en el Urubamba, Valle Sagrado de los Incas, que se ha vuelto su nuevo hogar y su fuente inagotable de inspiración.
En su taller, al pie de los Apus, sigue lo que siempre fue su compromiso: honrar a la creación y celebrar la fuerza, la bondad de la naturaleza, la intensidad de la vida cuando uno consiente en dejarla fluir.
Nadie puede quedarse insensible a la vibración de su obra. El ritmo, los colores, el movimiento de su expresión artística actúan como un incentivo, un impulso que hacen surgir en cada uno la fe y la dicha que son nuestra herencia universal a pesar de las apariencias.
Uno podría decir que su obra tiene un efecto antidepresivo, una manera singular de permitir a cada uno de reconectar el lugar en sí mismo, donde todo fluye, donde la paz y la alegría radican.
Jan Goris no para de tratar de comunicar su visión de la vida, su conexión con lo sagrado, sus sed de humildad y la simplicidad que son las gradas paradójicas hacia la abundancia del universo. Entre abstracción y presencia sugerida de animales o personajes su expresión artística siempre juega con colores y transparencia, logrando poner en los vitrales de dos iglesias de Bélgica sus pinturas.
Pero su fuerza vital, su deseo de libertad, las manifiesta a través de su fascinación estética por los caballos, representando su gestual, su majestad, su nobleza.
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