Conversamos con el escritor mexicano sobre los 20 años de “Amores Perros”, los temas sociales de su nueva novela “Salvar el fuego”, el trabajo de la literatura y la extraña paradoja de amar y cazar animales.
Guillermo Arriaga estuvo detrás de los reconocidos guiones de “Amores perros”, “21 gramos” y “Babel”, películas que formaron una trilogía dirigida por Alejandro González Iñárritu, de quien hoy no prefiere mencionar ni una sola palabra. Este año, lanzó su nueva novela “Salvar el fuego”, por la que se ha llevado el Premio Alfaguara de Novela 2020. El autor mexicano conversó con RPP Noticias -a propósito de su paso por el Hay Festival Arequipa 2020- de su trabajo en el cine, los fuertes temas sociales en su libro y la literatura, cuya labor no considera para nada dura.
Han pasado 20 años del estreno de “Amores perros”, ¿cómo ha sido eso para ti?
Estoy muy contento de que mi historia haya llegado tan lejos y siga teniendo la repercusión que tuvo. ‘Amores perros’ es una película que se sigue viendo en universidades, se sigue comentando y se va a restrenar aquí en México. A parte, sigue siendo una película que se ve en otros países. Sé que en escuelas de Bélgica, la India y Australia siguen analizándola y no solamente en clases de cinematografía, sino de política y sociedad.
En todo ese tiempo, ¿sientes que se ha transformado tu escritura?
La escritura nunca la puedes dar por sentada y la experiencia no te ayuda a hacer mejor escritor. Decía Marguerite Duras que nada te prepara para la hoja en blanco, ni siquiera las obras previas, ni siquiera un premio Nobel garantiza que vayas a hacer una historia bien. Creo que, en la literatura y la escritura en general, no hay posibilidad de sentir que estás mejorando. Puedes agregar otros elementos que son extra literarios. Por ejemplo, experiencias que tienes en la vida como tener hijos, perder un padre o madre, tener un accidente y hasta tener un perro te cambia las visiones del mundo que afectan tu literatura. No hay mucho qué hacer para poder mejorarla o sentir que cambió radicalmente.
¿Cuál fue el proceso para escribir “Salvar el fuego”?
Cuando arranco una novela, solo tengo una ligera idea de lo que va a tratar. No sé quiénes son los personajes, no desarrollo una estructura ni pienso en el final. Simplemente, me siento a escribir y cómo van llegando las cosas, voy escribiendo. Podría decir que improviso. Mucha gente piensa que escribo primero una parte y luego otra y las corto. La voy escribiendo como se lee. Está contada en tres personas, entra una primera, segunda y tercera, otra vez así y alternando. Al mismo tiempo, agregué textos ficticios de un taller literario en la cárcel.
La novela muestra a un México consumido por la violencia, el narcotráfico y las injusticias sociales. ¿Lo pensaste desde un comienzo o se fue dando mientras la escribías?
No es que quisiera hablar de manera abierta de estos temas, sino que empecé a contar la historia y me di cuenta que, si era la intención escribir sobre la cárcel, no habría manera en que no escribiera sobre la herencia de clases, la injusticia, el narcotráfico, el crimen organizado. Fueron temas que se fueron filtrando poco a poco.
Y está el racismo, centrado en México, pero que se puede ver desde un punto de vista universal. Tal vez porque somos latinoamericanos…
Fíjate que esta cuestión del racismo y que México sea muy racista, la he de experimentar en Australia y Nueva Zelanda, donde soy asesor de los pueblos originarios de ambos países. Los aborígenes australianos sufren las mismas humillaciones y rechazo que tienen los pueblos indígenas en América Latina. Gente que ha leído (la novela) en Colombia, Chile, Argentina, Perú, Ecuador, etc, me han dicho que somos países racistas contra los dueños de esta Tierra. Entonces, ha sido muy triste que eso suceda.
También hay personajes con contrastes muy marcados, como lo has manejado antes en tus historias, y siempre hay algo que los une.
Hay dos esferas completamente distintas, las clases altas están en poco contacto con el resto del país. Están como muy protegidas, viven en burbujas. Se da también un componente humano que termina por unirlos, hay situaciones que todos los seres humanos compartimos: algunos miedos, temores, dudas, causas de ira o alegría. Dejar que los personajes se desenvuelvan y sea el contacto humano que permita que estos se desarrollen, se entiendan y se desentiendan.
Habías contado que creciste en un barrio de México, entre chicos de escuela pública, mientras tú ibas a la privada. ¿Algo de eso también salpica en tu literatura?
Sí, porque no eran contrastes muy salvajes. Yo pertenecía a la clase media, mis amigos de clase media-baja, pero los lugares que íbamos de vacaciones eran distintos, así como la forma de contemplar el mundo o tratar a nuestros perros. Entonces, creo que esto me pudo dar la posibilidad de navegar mundos distintos. Aunque vivíamos en esta colonia de clase media, era una colonia de maestros intelectuales. La gente que vivía alrededor del barrio era muy culta, pero no tenía posibilidades económicas. Esto me permitió ir entre estos diferentes mundos, las élites económicas y culturales, pero de clase media-baja en México.
EL GOZO DE ESCRIBIR
Dirigiste una película hace unos años, ¿tienes pensado volver a hacerlo?
He dirigido varias piezas cortas y produje la película “Hablar con dioses” que no se ha logrado vender. He dirigido cortometrajes para algunas empresas, entonces no he dejado de dirigir y estoy empezando a tener varias ofertas (para un largometraje). Tuve coqueteos con la televisión americana, con las plataformas streaming, iba a producir y dirigir unas series en Estados Unidos, pero no se cuajó. Es muy complicado el mundo de la televisión americana.
Son muy diferentes las funciones de guionista y director en el cine, ¿crees que hay una brecha muy grande entre ambas?
No todos los directores pueden saltar a escribir y no todo escritor puede saltar a dirigir. Pero yo he venido dirigiendo desde hace muchos años, hacía documentales. Ya había hecho algo de televisión en México, entonces la dirección no es algo que me fuera completamente ajeno. El cine sí me imponía respeto, pero hubo un momento que después de producir unas películas me sentí seguro de hacerlo y me encantó la experiencia. La escritura es muy solitaria, cuando tienes una duda no tienes con quién consultarla o resolverla. En el cine, tienes a 100 personas que te pueden ayudar, entonces, si algo me gusta del cine es el proceso de colaboración.
Si dices que la escritura es muy solitaria, debe haber momentos duros también. ¿Qué haces en esa situación?
Creo que no hay momentos duros, por lo menos no para mí. Es una actividad privilegiada y gozosa. Me entristece un poco que algunos escritores se quejen de escribir, como si fuera una tortura hacerlo. Hablan como si estuvieran barriendo calles a las 4 a.m. bajo cero, eso sí es duro. Una prostituta por trata de blancas, eso sí es duro. Pero… ¿escribir, en serio? A veces, se quieren hacer un poco la gente torturada y que el proceso es muy difícil. La verdad, escribir es un proceso gozoso, se engañan ellos mismos. A veces sí tienes incertidumbre y para eso recurro a gente cercana: mi mujer, hijos, padres, amigos.
EL AMOR POR LOS ANIMALES Y LA CAZA
En conversación con Guillermo Arriaga también mencionó su amor por los animales y la actividad de cazar su propia comida: una extraña ironía para quienes tienen esta pasión. En enero de este año, cazó un venado y continúa comiendo de él cada tres días hasta la fecha. “Me encantan los animales, tuve todo tipo de animales de niño. Tuve ratas, hámster, iguanas, víboras de cascabel, perros, gallos, gallinas, conejos, ardillas. Cualquier cantidad de mascotas”, recordó a RPP Noticias.
“Es una paradoja difícil de entender, pero también hay gente que ama los animales y se los come. Y si no se los come, les destruye el hábitat para que le siembren la zanahoria. Es una paradoja que vivimos, solo que algunos las aceptamos y otros no (…) Lo único que hacen en esta sociedad es pagarle a otro por hacer el trabajo sucio, quienes le traen ya completamente la comida reblandecida a la mesa a los que se asustan de esto. Yo no le pago a sicarios, yo busco mi comida”.
NUESTROS PODCASTS
"Mi novela favorita": Las grandes obras de la literatura clásica con los comentarios del Premio Nobel Mario Vargas Llosa. Una producción de RPP para todos los oyentes de habla hispana.
Nadie pone en duda el genio poético de César Vallejo, a la altura de Darío o Neruda. Como prosista tal vez no ha sido comprendido a la altura por no tener la forma rupturista de sus versos, sin embargo, sus relatos, cuentos y única novela quedan para la posteridad. Su relato “Paco Yunke” demuestra su voluntad revolucionaria y militante.
Comparte esta noticia