Respaldada por los 55 millones de ejemplares de sus obras vendidas y por cuatro ex presidentes, la escritora se alza como una de las preferidas para llevarse el galardón.
Isabel Allende es la favorita para llevarse este jueves el Premio Nacional de Literatura 2010 en Chile, respaldada por los 55 millones de ejemplares de sus obras vendidos y por cuatro ex presidentes, pero criticada por puristas que la consideran "una fabricante de éxitos comerciales".
La polémica responde a la tradición del premio, que nació controvertido en 1942 y que cada dos años enciende hogueras apasionadas en torno a los candidatos y una envidia mal disimulada alrededor del ganador.
Allende compite con Antonio Skármeta, Poli Délano, Fernando Emmerich, Jorge Guzmán, Enrique Lafourcade, Francisco Rivas, Germán Marín, Diamela Eltit y Hernán Rivera Letelier, entre otros.
La escritora Elisabeth Subercaseux ha encabezado una campaña a favor de la autora de "La casa de los espíritus", que ha tenido eco en los ex presidentes Patricio Aywin, Eduardo Frei, Ricardo Lagos y Michelle Bachelet, así como en una treintena de senadores, dirigentes políticos y otras figuras públicas.
La propia escritora, que antes se sustraía a la polémica, saltó ahora a la palestra afirmando que merece el premio, mientras sus detractores insisten en calificarla como una mala imitadora de Gabriel García Márquez que, de la palabra literatura, no merece ni la "L", como dijo uno. Allende ha denunciado el machismo del Premio, que sólo ha sido ganado por tres mujeres: Gabriela Mistral (1951), seis años después de haber obtenido el Premio Nobel, Marta Brunet (1961) y Marcela Paz (1982).
"Si Isabel Allende fuera Isabelo, ya le hubieran dado el premio", dijo la senadora Ximena Rincón, partidaria de la autora de "Los cuentos de Eva Luna".
Sus obras, que suelen ocupar los primeros puestos en las listas de ventas no sólo americanas sino también europeas, con un total de 55 millones de ejemplares vendidos, han sido traducidas a más de 25 idiomas.
Una paradoja es que la mayoría de los detractores de la también autora de "De amor y sombra", "El plan infinito" o "Hija de la fortuna" confiesan, en su mayoría que no la han leído: "me aburrí a las diez páginas", "me resultó insoportable", son algunos puntillazos conocidos en las últimas semanas.
La verdad es que el premio se desprestigió durante la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990), que le quitó su carácter anual y se empeñó en galardonar a partidarios, algunos de dudosa altura literaria, entre los que hasta figuró un filólogo (Rodolfo Oroz, 1978).
Desde entonces se otorga cada dos años y se alterna entre poeta y un narrador, lo que marginó desde entonces a los ensayistas y dramaturgos. La Sociedad de Escritores de Chile ha iniciado una campaña pare devolver al premio su carácter anual.
Quienes detestan a Isabel Allende le ponen al frente a Diamela Eltit, reciente ganadora del Premio Iberoamericano José Donoso y considerada por la crítica como una autora que ha descubierto nuevos territorios en la narrativa y cuya obra es materia de investigaciones académicas.
Eltit, que ha pedido no ser considerada entre los candidatos, ha arremetido contra el jurado, que es presidido por el Ministro de Educación, Joaquín Lavín, a su juicio poco idóneo porque sus miembros no son especialistas ni tienen "una mirada sobre los posibles candidatos".
Además del ministro y el último galardonado, el jurado lo componen el rector de la Universidad de Chile, un miembro del Consejo de Rectores universitarios y un representante de la Academia chilena de la Lengua.
Esa composición ha sido cuestionada también por el ministro de Cultura, Luciano Cruz-Coke, que reclama para su cargo un mejor derecho a estar que su colega de educación.
También, como cada año, han circulado los nombres de "grandes" de la literatura chilena que murieron sin ser reconocidos, principalmente Vicente Huidobro, Juan Emar, María Luisa Bombal y Roberto Bolaños.
EFE
La polémica responde a la tradición del premio, que nació controvertido en 1942 y que cada dos años enciende hogueras apasionadas en torno a los candidatos y una envidia mal disimulada alrededor del ganador.
Allende compite con Antonio Skármeta, Poli Délano, Fernando Emmerich, Jorge Guzmán, Enrique Lafourcade, Francisco Rivas, Germán Marín, Diamela Eltit y Hernán Rivera Letelier, entre otros.
La escritora Elisabeth Subercaseux ha encabezado una campaña a favor de la autora de "La casa de los espíritus", que ha tenido eco en los ex presidentes Patricio Aywin, Eduardo Frei, Ricardo Lagos y Michelle Bachelet, así como en una treintena de senadores, dirigentes políticos y otras figuras públicas.
La propia escritora, que antes se sustraía a la polémica, saltó ahora a la palestra afirmando que merece el premio, mientras sus detractores insisten en calificarla como una mala imitadora de Gabriel García Márquez que, de la palabra literatura, no merece ni la "L", como dijo uno. Allende ha denunciado el machismo del Premio, que sólo ha sido ganado por tres mujeres: Gabriela Mistral (1951), seis años después de haber obtenido el Premio Nobel, Marta Brunet (1961) y Marcela Paz (1982).
"Si Isabel Allende fuera Isabelo, ya le hubieran dado el premio", dijo la senadora Ximena Rincón, partidaria de la autora de "Los cuentos de Eva Luna".
Sus obras, que suelen ocupar los primeros puestos en las listas de ventas no sólo americanas sino también europeas, con un total de 55 millones de ejemplares vendidos, han sido traducidas a más de 25 idiomas.
Una paradoja es que la mayoría de los detractores de la también autora de "De amor y sombra", "El plan infinito" o "Hija de la fortuna" confiesan, en su mayoría que no la han leído: "me aburrí a las diez páginas", "me resultó insoportable", son algunos puntillazos conocidos en las últimas semanas.
La verdad es que el premio se desprestigió durante la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990), que le quitó su carácter anual y se empeñó en galardonar a partidarios, algunos de dudosa altura literaria, entre los que hasta figuró un filólogo (Rodolfo Oroz, 1978).
Desde entonces se otorga cada dos años y se alterna entre poeta y un narrador, lo que marginó desde entonces a los ensayistas y dramaturgos. La Sociedad de Escritores de Chile ha iniciado una campaña pare devolver al premio su carácter anual.
Quienes detestan a Isabel Allende le ponen al frente a Diamela Eltit, reciente ganadora del Premio Iberoamericano José Donoso y considerada por la crítica como una autora que ha descubierto nuevos territorios en la narrativa y cuya obra es materia de investigaciones académicas.
Eltit, que ha pedido no ser considerada entre los candidatos, ha arremetido contra el jurado, que es presidido por el Ministro de Educación, Joaquín Lavín, a su juicio poco idóneo porque sus miembros no son especialistas ni tienen "una mirada sobre los posibles candidatos".
Además del ministro y el último galardonado, el jurado lo componen el rector de la Universidad de Chile, un miembro del Consejo de Rectores universitarios y un representante de la Academia chilena de la Lengua.
Esa composición ha sido cuestionada también por el ministro de Cultura, Luciano Cruz-Coke, que reclama para su cargo un mejor derecho a estar que su colega de educación.
También, como cada año, han circulado los nombres de "grandes" de la literatura chilena que murieron sin ser reconocidos, principalmente Vicente Huidobro, Juan Emar, María Luisa Bombal y Roberto Bolaños.
EFE
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