Gelman, uno de los grandes poetas de las letras hispanas, falleció el martes a los 83 años en Ciudad de México, el último de los destinos de su largo exilio, su "trastierro" en palabras del escritor.
Juan Gelman era un inventor de palabras mucho antes de que la dictadura argentina asesinara a su hijo y le arrebatara a su nieta, una tragedia que marcó su vida y le convirtió en un poeta volcado en una lucha contra el olvido que ha mantenido hasta su muerte.
Gelman, uno de los grandes poetas de las letras hispanas, falleció el martes a los 83 años en Ciudad de México, el último de los destinos de su largo exilio, su "trastierro" en palabras del escritor.
Trabajador incansable, publicó el pasado fin de semana en el diario argentino Página 12 su última colaboración, una columna contra la colonización francesa.
En agosto, en su última visita a Buenos Aires, presentó "Hoy", una recopilación de 300 textos poéticos con reflexiones sobre la realidad argentina que incluyen sus impresiones tras conocer la condena a los represores del centro clandestino donde estuvo secuestrado su hijo, Marcelo Ariel, asesinado por el aparato de la dictadura militar argentina (1976-1983).
En aquella ocasión, un Gelman emocionado prefirió dejar hablar a la poesía y leyó algunos de sus textos sobre las deudas con el pasado antes de despedirse del público que lo ovacionaba con un "gracias por estar aquí y sobre todo por aguantarme".
Nacido en Buenos Aires en 1930, en el seno de una familia de emigrantes judíos ucranianos, en su juventud formó parte de las guerrillas de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) y de Montoneros, con los que rompería años después.
Amenazado por la Triple A argentina, se vio obligado a exiliarse en 1975 y un año después, su hijo Marcelo y su nuera, la española Claudia García, embarazada de siete meses, fueron secuestrados y asesinados por la dictadura.
La tragedia marcó la vida del poeta, que se volcó en la búsqueda de su nieta, entregada a la familia de un policía en Uruguay.
Gelman localizó a su nieta Macarena en el año 2000 y en 2011 la Corte Interamericana de Derechos Humanos condenó al Estado uruguayo por la desaparición de la nuera del poeta y por la supresión de identidad de su hija.
La lucha por la recuperación de la memoria ha sido una constante en la vida de Gelman, que hace solo un año reunió toda su poesía, 29 libros, en un solo volumen, bajo el título "Poesía reunida".
Desde "Violín y otras cuestiones" (1956), considerado un acontecimiento para la llamada "Generación de los 60" de la poesía argentina, hasta "El emperrado corazón amora" (2010), también esta recopilación está marcada por el dolor, la dictadura y el exilio, aunque sin ira porque, como reconocía el autor en una entrevista con Efe, "la palabra es insurgente solo cuando toca el corazón".
"Creo que es la insatisfacción la que me sigue haciendo escribir, porque sigo persiguiendo a la "señora" (la poesía) porque no logro alcanzarla ni por la cola", decía entonces Gelman, un poeta de vanguardia que prefería trabajar en la soledad de la noche.
Su hora más feliz, reconocía, llegaba cuando "vivencia, imaginación y expresión se unen en un solo y apretado nudo".
Luchador incansable, sus amigos le recuerdan como un hombre con un gran sentido del humor hasta que la tragedia de su hijo cambió su vida.
El escritor argentino Horacio Salas rescataba el martes los momentos de "risas" con Juan porque "hasta que pasó lo que pasó (su hijo y nuera desaparecidos) era un tipo con el mejor humor".
Considerado un innovador por su capacidad para reinventar el lenguaje poético y aunar corrientes estéticas sin relación aparente, Gelman llegó a relacionar personajes tan dispares como San Juan de la Cruz y Homero Manzi y dejó varios ejemplos de su diversidad poética, como "Los poemas de Sidney West" (1969), en el que crea un heterónimo y lo ubica en el sur de Estados Unidos, una apuesta que le costó el alejamiento del Partido Comunista argentino.
"Escribo poesía porque no tengo más remedio", dijo en alguna ocasión el poeta, que siempre admitió su debilidad por la crónica periodística y más de una vez reconoció que echaba de menos sus inicios como cronista.
En 2007 recibió el Premio Cervantes, el más importante de las letras españolas, por "el compromiso con la realidad" que emana de su obra y por haber sabido integrar en su pensamiento poético "su terrible historia personal"
"El único premio que le faltaba era el Nobel y nunca se anquilosó, ni acomodó, cuanto más lo premiaban más áspera y desafiante se volvía su poesía, cada vez buscaba más lejos y más hondo", recordaba el martes su discípulo Daniel Freidemberg.
La muerte de Gelman deja un gran vacío en las letras hispanas, aunque, como presumía el escritor, "existe una poesía en castellano que tiene mil puertas y todas están abiertas".
EFE
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