El aislamiento social enfrenta a la COVID-19, pero deja estragos en el rubro editorial. Cierre de librerías, eventos culturales postergados, proyectos truncos, ¿qué le espera al sector tras la pandemia?
Librerías cerradas, lanzamientos postergados, proyectos truncos, libros fuera de circulación… parece una ficción imaginada por Ray Bradbury, pero es, en realidad, el escenario que viene dejando la pandemia del nuevo coronavirus en el sector editorial. El negocio libresco también ha sido diezmado por la enfermedad.
Se trata, sin duda, de uno de los peores momentos por los que atraviesa el rubro. En conversación con RPP Noticias, Willy del Pozo, presidente de la Cámara Peruana del Libro, afirmó que la industria del libro “es un sector frágil”, pero desde mucho antes de que el virus infectara la economía.
“Este proceso nos lleva a unas pérdidas importantes, como probables cierres de empresas”, avizoró. Un diagnóstico en el que las menos afectadas serán las editoriales pequeñas. “Ven la industria con mucho empeño y punche, pero no tienen carga laboral ni pagos de planillas”, indicó.
Sin embargo, que no parezca esto una tregua. La crisis sanitaria, de acuerdo con el presidente de la CPL, “va a golpear desde arriba hasta abajo, incluso con despidos”. Así, la industria editorial entra en las filas de un colapso generalizado en el que no estamos solos: es un fenómeno internacional.
“Países como España, con una industria editorial más consolidada y que puede considerarse un referente para nosotros, pronostica una pérdida de casi 50%. Sin necesidad de cuantificar, por lo que vemos y escuchamos, habrá un duro golpe”, señaló Del Pozo.
DE GRANDES A CHICOS
Para las trasnacionales que cuentan con un respaldo económico que las apoye, la situación no es menos grave. De acuerdo con María Fernanda Castillo, gerente editorial de Planeta, la firma que encabeza lleva más de un mes sin vender libros. Y la proyección es sombría. “Calculamos, más o menos, unos 4 o 5 meses de pérdida”, dijo a RPP Noticias.
Con un plan de publicaciones detenido, Castillo reconoció que la situación obliga al sector a virar su enfoque hacia el mercado digital. Pero no es suficiente. “En el 2019, los ebooks significaron el 2% de facturación [de Planeta] y este año, pese a todo el empuje, representará el 5%”, afirmó.
Una similar opinión tiene Jerónimo Pimentel, director general de Penguin Random House, quien afirmó que la venta de libros electrónicos representa un porcentaje marginal en comparación a la de los físicos. “Tenemos la oferta creada, pero el problema es la demanda: una población muy pequeña del Perú está bancarizada y hay mucha piratería digital también”, aseguró.
Hasta el momento, PRH ha tenido que reducir su plan de publicaciones y reprogramar los títulos que quedan por lanzarse al mercado. “No ha habido ventas en marzo, abril y, probablemente, no las haya en mayo”, afirmó Pimentel.
Por otro lado, Paloma Reaño, socia fundadora de Pesopluma, apuntó que gracias al tamaño de la editorial que representa, esta puede sobrevivir a la crisis. “Podemos detener el flujo de gastos y nos da un tiempo de aguante para salvar el plan editorial de este año”, señaló.
Ella consideró que gracias a su presencia digital, Pesopluma puede contemplar al ebook y la venta en línea como un mercado, si no boyante, al menos sí en crecimiento. “En este contexto, Internet nos permite mantenernos no solo comunicados sino también culturalmente activos. Tanto la venta online como los libros electrónicos nos permiten llega a más lectores; y funcionan cada vez mejor, como complemento a la oferta del libro físico”, puntualizó.
LIBRERÍAS SIN CAJA
De acuerdo con Jerónimo Pimentel, el principal problema radica en la ruptura de la cadena de pagos, ocurrida cuando las librerías debieron cerrar sus puertas por el aislamiento social obligatorio. “Los libreros no han podido reportar los libros vendidos ni pagar las deudas que se vencían en marzo y abril”, puntualizó.
Sin distinciones de tamaños, la crisis golpea, pero no por igual. David Ballardo, propietario de librerías como Heraldos Negros y El Virrey de Lima, señaló a RPP Noticias que para sostener la supervivencia de su negocio ha tenido que cubrir el pago de alquiler y planilla con su propio dinero.
“No hemos logrado implementar ningún tipo de contingencia”, dijo Ballardo, afectado por la rapidez con que se dio la medida del confinamiento. “Hemos pagado de donde no hemos vendido. Las empresas que me deben, lo último que piensan es en pagar libros: están preocupadas en cubrir otros gastos y las comprendo”, añadió.
De acuerdo con el librero, el 80% o 90% de las librerías peruanas no cuentan con local propio. “Incluso Crisol e Ibero, que alquilan a centros comerciales”, aseveró. De allí que los alquileres sean el talón de Aquiles para muchos de estos espacios, aunque en el caso de las cadenas mencionadas, su respaldo económico les permite soportar el choque de otra manera.
“Esta es una cadena que arrastra muchas aristas. El Estado debe cumplir su rol en el que se comprometió a reactivar la cadena de bibliotecas escolares, populares, comunales… No va a ser la venta a la que estábamos acostumbrados, pero al menos vale algo”, agregó Ballardo.
Mientras en el extranjero las librerías vienen adoptando un servicio de delivery para llevar los libros a sus lectores, en el Perú la venta online resulta todavía mínima. “No va a permitir que pague planillas ni alquileres”, expresó el librero, quien consideró que la apertura de librerías tras la cuarentena es una alternativa gracias a su poca capacidad de aforo que evita las aglomeraciones.
LA FIL LIMA 2020
Hace unos días, el anuncio de que la FIL Lima 2020 se llevaría a cabo de manera virtual levantó expectativas entre los actores del rubro editorial. No es para menos: este evento, realizado de manera presencial, representa entre el 8% y 10% de ventas en una empresa grande, y del 20% al 50% en una pequeña.
Sin embargo, aún existe incertidumbre entre los posibles participantes que se encuentran a la espera del resultado que obtenga la Feria Internacional de Libro de Bogotá, la primera en implementarse de esta manera.
“Qué posibilidades de venta tengo yo si al entrar a la plataforma online, las personas no buscan librerías, sino productos”, aseveró Ballardo sobre la propuesta que pondrá a competir en una plataforma digital a negocios editoriales de todos los tamaños, algunos con ofertas mayores que otros.
Por su parte, Pimentel advirtió que, si bien la FIL Lima 2020 saciará la sed de cultura de las personas que esperaban este encuentro en julio, “la viabilidad del proyecto, su permanencia y su rol futuro son temas todavía en debate”.
¿Y LOS AUTORES?
Ante la crisis, los escritores son, probablemente los menos afectados en términos económicos. Desde Planeta, María Fernanda Castillo anotó que han tomado “una política proteccionista con los autores y los libros que estaban por salir”. Y lo mismo ocurre en canchas independientes. “Nosotros protegemos a nuestros autores, no los vamos a dejar botados. Tenemos un compromiso tangible con ellos”, apuntó Paloma Reaño.
De acuerdo con Giovanna Pollarolo, las regalías no representan un monto importante para escritores y escritoras. “Yo creo que es así en todas partes, con excepciones en el mercado anglosajón. A Stephen King sí le va a importar, porque recibe millones de regalías. Pero en general es la excepción el que vivas de escribir”, manifestó a RPP Noticias.
Sin embargo, un punto en el que coincidió con Alejandro Neyra es en la pérdida de socialización del libro, generada por el contacto del autor con el público. De hecho, Neyra ha visto postergada la publicación de su novela “Mi monstruo sagrado”, ganadora del Premio Copé 2019, además de otros proyectos.
La pandemia de la COVID-19 influye en los autores en otros planos, el de la escritura, principalmente. Para Pollarolo, esta sensación de encierro ha tenido efectos negativos en su producción. “Yo he producido más durante los fines de semana, los días que no me tocaba ir a la universidad, que durante este mes. El estrés de lo nuevo y el presente mismo es demasiado fuerte. No se puede procesar. Y para escribir, hay que procesar un poco”, confesó.
Mientras que Neyra, pese a no tener proyectos por escribir en esta temporada —suele hacerlo en los meses de verano, de enero a marzo— ni poder leer durante 10 horas diarias como Mario Vargas Llosa, reveló que la cuarentena le ha permitido ponerse al día con lecturas pendientes como “Guerra y paz”, de León Tólstoi. Después de todo, algo de luz al final del túnel.
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