La cantante habló acerca de la educación que les da a sus niños.
Por mucho que en ocasiones extrañe la libertad de la que disfrutaba en las calles del Bronx, Jennifer López es consciente de que su barrio natal no sería precisamente el mejor lugar para educar a sus gemelos Max y Emme (6), fruto de su fallido matrimonio con Marc Anthony. Así que no puede evitar alegrarse de que sus pequeños nunca vayan a tener que hacer frente a la pobreza que marcó gran parte de su vida.
“Max y Emme entienden que trabajo mucho, pero no tienen idea de qué se trata todo esto. Saben, eso sí, que el esfuerzo y sacrificio paga las cuentas del hogar. Es bueno que no crezcan pobres”, aseguró la estrella al periódico venezolano Panorama, donde quiso dejar muy claro que se ha encargado de que sus hijos sepan lo afortunados que son: “Por muy privilegiados que seamos en esta vida, somos conscientes del mundo a nuestro alrededor y de la importancia de ser afortunados y de saber cómo ser caritativo con los que no lo son; que ayudar es una responsabilidad”.
La sensación de alivio que siente Jennifer porque Max y Emme estén disfrutando de una infancia completamente diferente a la suya no significa que renuncie a sus raíces, consciente de lo mucho que le ha ayudado a lo largo de su carrera la sabiduría callejera que adquirió en su juventud.
“Todavía soy muy del Bronx. Sigo llevando pendientes de aro y me sigue encantando ponerme zapatillas de deporte con chándal. Siempre me sentía como si estuviera fuera de lugar en Hollywood, pero también creo que la sabiduría de la calle que adquirí mientras crecía en Nueva York me ha ayudado mucho en este mundo”, explicaba a la revista Complex.
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