El cuadro qatarí derrotó 3-1 a Japón en la final del torneo, disputado en Emiratos Árabes Unidos. Las celebraciones en el país se prolongaron hasta la madrugada.
Los qataríes rebosan de alegría en las calles de Doha tras cantar victoria y coronarse por primera vez en su historia como campeones de la Copa Asiática en Emiratos Árabes Unidos, país que les tiene vetados desde 2017, por lo que no han podido acudir a los estadios.
"Mi corazón está latiendo muy rápido, no puedo expresar con palabras mi alegría. Después de conseguir esto, pensé que estaba soñando, pero salgo a la calle y veo a la gente cantando, bailando y celebrarlo y veo que es real", dijo entusiasmado a EFE Arhama Al Kuwari, un joven qatarí de 20 años.
Una Qatar liderada por el español Félix Sánchez Bas ha tocado el Olimpo del fútbol asiático tras ganar por primera vez una Copa de Asia desde el nacimiento del torneo en 1956 batiendo a Japón por 3-1 en el estadio Jeque Zayed, en Abu Dabi.
Tanto qataríes como residentes en el país se juntaron en la capital alrededor de pantallas gigantes para seguir y animar a la Selección con banderas y camisetas granates en una noche que tildaron de mágica y en la que los comentaristas aseguraban que Qatar tenía ‘tiki taka’.
El país enloqueció con el tercer gol marcado por Akam Afif. Los gritos y la euforia no solo de qataríes, sino de ingleses, franceses, libaneses, indios, pakistaníes y aficionados de otras nacionalidades resonaban en una noche preludio de lo que será el Mundial 2022 que albergará Qatar.
Ataviados con la bufanda y la bandera qatarí en coches de lujo y la música a todo volumen, los ciudadanos del pequeño emirato celebrarán esta victoria a lo largo del fin de semana.
Triunfo sin hinchas en el estadio
Los hinchas qataríes no pudieron viajar a Emiratos Árabes Unidos para alentar a su Selección debido al bloqueo comercial y diplomático que le han impuesto desde junio de 2017. Esta medida, a la que también se han plegado Arabia Saudí, Egipto y Baréin, se debe a un supuesto apoyo de Qatar al "terrorismo" y su acercamiento a Irán, extremo que el régimen qatarí ha negado.
Pese a que dejaron a los 23 jugadores de la selección catarí entrar al país, a los aficionados granates no les han permitido animar a los jugadores desde las gradas emiratíes.
Es más, en el partido de semifinales contra el anfitrión en Abu Dabi recibieron una lluvia de zapatillas, ya que la suela está considerada como algo "sucio" en su cultura y que sirve para mostrar desprecio. (EFE)
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