Tras cuatro temporadas siendo compañero de Lionel Messi, el brasileño deja España para iniciar su reinado en Francia.
La mayoría de los padres siempre quieren lo mejor para sus hijos y son capaces de cualquier esfuerzo para sacarlos adelante. En cambio otros, cuando descubren que su hijo posee algún tipo de talento, empiezan a soñar su propia vida a expensas del trabajo de su heredero.
Mi papá es un crack
Neymar da Silva Santos, padre de Neymar Jr., es tan hábil y peligroso como su hijo, pero fuera de la cancha. Desde que el niño empezó a mostrar habilidades para el fútbol, su padre tuvo dos ideas claras: que Juninho (así lo llaman a Neymar en la familia) se convierta en el mejor jugador del mundo y sobre todo que gane mucho dinero.
Formó la compañía NN para manejar los negocios y la imagen de su hijo y mal no le fue. Para ir mejorando el sueldo de Ney, siempre usó a terceros. Cuando su hijo cumplió trece años, lo llevó a probarse al Real Madrid, siendo aún jugador del Santos. Tras esa maniobra su sueldo se triplicó. En el 2013, convenció al Santos de vender a su hijo a Barcelona. Y hasta ahora nadie sabe cuál fue el costo real del pase al equipo catalán. Se dijo que el precio de su fichaje ascendió a 57,1 millones de euros. Luego la cifra aumentó al menos hasta los 70. Sandro Rosell, por entonces presidente, hoy en prisión, lo negó: “Son 57,1 millones, y nada más”. Días después, su sucesor y actual presidente de los culés, Bartomeu, dijo que el monto era de 86,2. Los cifras exactas aproximan tal venta a los 132 millones. Por esa maniobra el padre de Ney se embolsó 44 millones.
Y en el mayor pase este año, y acaso de la historia, sacó a Ney de Barcelona para firmar por el PSG.
Primero convenció a su hijo de que el equipo de París era el mejor lugar para empezar a vivir su propio reinado. Porque entendamos algo, el PSG no compró a Neymar porque el jugador no estaba en venta. Para poder hacerse del joven brasileño, era necesario que él pida irse del club. Y así lo hizo, a partir de eso le pidió al PSG que pague la cláusula de recesión, cifra pornográfica que no vamos a repetir (222 millones de euros). Y todo esto nació de la cabeza de don Neymar, que se embolsó cerca de 70 millones de euros.
El valor del jugador ha ido creciendo a la par de la ambición del padre, quién antes le preguntaba a su hijo dónde quería jugar. Ahora el papá decide sin preguntar y de acuerdo a su necesidades.
Neymar, la estrella de Qatar
Los países productores de petróleo en el mundo están condenados a ser ricos. Ya depende de cada estado como maneja sus economías. Qatar es un emirato árabe que se ha impuesto como estrategia de país ampliar la riqueza nacional mediante inversiones representativas en países como Inglaterra, España, Francia. Una estrategia que va ligada a una activa política de relaciones públicas, la más abierta entre los países del Golfo, y a unos claros objetivos de desarrollo nacional y diversificación económica. Qatar ha concentrado sus operaciones en los denominados activos trofeo, o lo que es lo mismo: compras de empresas (clubes de fútbol, compra de jugadores) o edificios emblemáticos (hoteles, bancos) en Europa.
En el 2011, los petrodólares de Qatar buscaban clubes deportivos para desembarcar en España. En Barcelona encontraron el puerto ideal. Y lograron algo impensado en la historia del club catalán, ‘manchar’ su gloriosa camiseta con publicidad. Más allá de las voces de protesta, el dinero lo tapa todo. Qatar Airways puso su logo en el pecho del único club español que se enorgullecía de no depender de ninguna marca, más que de el mismo club.
Luego, pusieron la plata necesaria para traer a Neymar a Barcelona. Sandro Rosell, presidente en ese momento del club, nunca pudo explicar cuánto se pagó por el brasileño. La justicia española se puso a investigar y el presi terminó preso.
Los cataríes pensaron: “¿Por qué en lugar de apoyar a los clubes de fútbol europeo, no tenemos uno propio?”. A orillas del Sena encontraron un club ideal, el Paris Saint-Germain (PSG). Fundado recién en 1970, con pocos títulos nacionales y sin relevancia a nivel europeo, el PSG era el laboratorio perfecto para empezar sus propios experimentos futbolísticos. Desde que los cataríes compraron el club en el 2011 (pagaron 50 millones de euros), han barrido con los títulos locales y ha comprado todo jugador con el que soñaban. En los últimos cinco años, a través del PSG ha invertido 558 millones de euros.
Recordemos que Qatar va a ser el organizador de la Copa del Mundo 2022 y ha previsto invertir más de 100,000 millones de euros en los próximos cinco años en transportes e infraestructuras.
Y tener a una estrella como Neymar es el mejor medio para conseguir el éxito de su empresa.
Barcelona no enamora
Desde que Johann Cruyff apareció en la vida del club en la década de 1970, la identidad del Barza empezó a ser vinculada con su estilo de juego. Y que con Guardiola llegó a un nivel fantástico, tanto estético como de resultados, que cualquier mortal pensaría que el mejor lugar para jugar al fútbol en el mundo quedaba en Cataluña.
Casi de manera continua, el club ha ido perdiendo grandes estrellas del futbol mundial, que por distintas razones ha preferido alejarse del club, aún en momentos de gran idolatría. Mire que nombres: Maradona, Figo, Ronaldo, Ladrup, Rivaldo, Ronaldinho y ahora Neymar.
La política interna del Barza está llena de trasfondos donde reinan entre los dirigente las artimañas, celos, intrigas, enredos y peleas que han dejado mal parado al club frente a todo el mundo, siempre echándole la culpa a otros, como el poder encubierto del Real Madrid. Y eso ha llevado al club a perder mega estrellas e incinerar vestuarios. Basta recordar lo que se decía de la supuesta mala relación entre Messi y Luis Enrique. Cada vez que los dirigentes opinaban sobre ambos, lo hacían con un balde de gasolina en la mano. Luego todo terminó a los besos y abrazos.
Hay una sensación permanente de que no todo es color de rosa puertas adentro del FBC Barcelona. Es una situación como la de aquellas familias donde todo sonríen en las fotos, hasta que un día y sin saber por qué, papá y mamá se empiezan a pelear. Los hijos no entienden nada, hay llantos, insultos, amenazas y finalmente todo termina con alguien que pega un portazo y se va.
Florentino Pérez, el presidente del Real Madrid, es un águila de los negocios que para prevenir cualquier fuga implantó su famosa “cláusula anti-jeques”. Si algún club quisiera llevarse a Tony Kroos tendría que pagar 558 millones de euros. Todo esto comenzó en el 2009 cuándo contrató a jugadores como Kaká o Cristiano Ronaldo, a quienes tasó en 200 millones de euros. Hoy, la cláusula de CR7 está cercana a los 1000 millones de dólares. Los otros integrantes la BBC, Karim Benzema y Gareth Bale, también tiene cláusulas elevadas.
Nacido para ser La Estrella
Ni siquiera haber sido el gestor de la más fantástica remontada que el fútbol recuerde, el pasado 8 de marzo, justamente contra el PSG, le alcanzó a Neymar para estar a la altura de Messi.
Cuando la noche se hacía más oscura en Barcelona, el brasileño brilló como nunca. Apenas terminó el partido, corrió a abrazarse con sus compañeros. Los fotógrafos se olvidaron de ellos y fueron tras Messi. La imagen más impactante del partido, la quedaría la vuelta al mundo, tenía a su amigo Lío subido otra vez a la cima del mundo futbolístico.
Y él, que había hecho todo por la victoria, sólo fue recordado por las crónicas de los periodistas deportivos. Ese fue el principio del fin. Ser o no ser, el dilema de Neymar no podía esperar más.
En la ciudad de Barcelona, donde hasta el que corta el pasto de la cancha tiene que pedirle permiso a Lio, solo había lugar para un rey. Y en ese trono ya estaba cómodamente sentado un tal Messi.
La huida de Neymar, quien busca mayor fama y más billetes, era una cuestión tan natural, como que mañana saldrá el sol nuevamente. El brasileño quiere ser dueño de su propio ejército y no un solado al servicio del rey Messi. Y como ha sucedido con algunos ex ídolos barcelonistas, no se sorprendan si Ney termina jugando en el Real Madrid.
La vida es una elección permanente y Neymar no podía seguir siendo un actor de reparto. Está obligado a ser la estrella principal.
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