Considerando las bajas, nula puntuación –por ahora- de los visitantes, la evolución de Paraguay y sobretodo el mal primer tiempo, ha sido un buen resultado el empate de Perú en Asunción.
El cambio de mentalidad nos hizo pensar que era una obligación ganar en el arranque, pero los primeros 45’ nos aterrizaron. Igual, el empate no lo firmaba hasta el tramo final. Perú sosteniendo un buen nivel en todas sus líneas, estaba en condiciones de superar a los locales, pero eso no se dio. En la práctica fue distinto.
Aun sin recibir goles, el PT fue donde se le vio más incómodo al equipo de Gareca. Presionado, impreciso, sin la pelota y el control del juego. Perú es un equipo que necesita de la posesión y Paraguay se la quitó.
Para el segundo se dio el replanteo. La presión sobre Gastón Giménez funcionó. La tuvimos más y mejor. También hubo un crecimiento individual. Aquino agresivo y simple. Yotún volvió a mostrar su personalidad y siempre fue un puente entre la salida de la defensa y el ataque. Gallese sobrio. Y André Carrillo asumiendo la responsabilidad de pisar el área contraria. Muy atento a la continuidad de la jugada cuando esta venía del lado opuesto. Así llegaría su doblete, cerrándose hacia el centro.
Hay cosas que corregir. Las desatenciones defensivas (que costaron los dos goles paraguayos) y el retroceso con un sistema que aún está en proceso de maduración. También el control emocional. Lo de Carlos Zambrano fue innecesario. Dejar el brazo arriba en el rostro del rival, cuando el balón ya estaba ganado, califica como una agresión. Pitana debió expulsarlo, y hoy quizás, estaríamos hablando de otra historia.
El balance es positivo. Perú sumó uno e impidió que un rival directo lo haga de a tres en su estreno en casa. Chile y Ecuador volvieron con el cheque en blanco a Santiago y Quito. Y muy probablemente pase lo mismo con Venezuela y Bolivia. Las clasificatorias son largas y este es un buen comienzo.
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