Cada vez son más los adultos que se comportan como adolescentes una vez que llegan a los 40. ¿Qué conflictos puede traer esta actitud en la relación de pareja?
Cada vez son más los adultos que se comportan como adolescentes. Quizá sea una crisis de llegar al cuarto piso o que al hacer un balance por lo vivido se sienta que han quedado pendientes muchos desvelos y fiestas. Los que estamos cerca de esa edad nos gusta pensar que los cuarenta son los nuevos treinta, incluso hay quienes se van una década atrás y dicen que llegar a los 40 es como tener 20.
El problema viene cuando por el afán de preservar la juventud a cualquier precio muchas personas tiran la madurez por la ventana.
Algunos hombres a los 40, entran en una suerte de deseo de querer vivir una segunda adolescencia. Suelen sentir la necesidad de buscar la felicidad que asocian con la época de su juventud que han dejado atrás.
El cuarentón adolescente a veces opta por terminar con su matrimonio y hasta pueden llegar a cambiar de trabajo y círculo social y comienzan a interesarse por mujeres más jóvenes que ellos. Esta búsqueda de estimulación hace que durante un tiempo se sienta a gusto con un estilo de vida lejos del compromiso y asociado a la libertad sin responsabilidades. Pero, luego, es probable que los cambios abruptos y la indecisión lleven a la persona a sentir ansiedad y desconcierto.
En el caso de la mujer, los cuarenta se pueden vivir de dos maneras. La primera ocurre cuando la mujer ya ha criado a sus hijos y han postergado la vida profesional por consolidar la vida familiar. En este caso, puede que algunas mujeres quieran recuperar el tiempo perdido y opten por vivir una segunda adolescencia lejos del papel de madre abnegada y fiel esposa.
La otra forma de vivir los cuarenta ocurre cuando la mujer por postergar su vida familiar, logra consolidarse en lo profesional. En este caso, si bien se enfrenta a la frustración de no ser madre, puede que aferre a la consigna de ser mujer, incluso, una mujer fatal (o soltera empedernida).
¿Padres o mejor amigos?
La adolescencia a los cuarenta se complica cuando los adultos jóvenes de espíritu son padres y tratan de vivir el estilo de vida de sus hijos. Algunos papás se van de fiesta con los hijos y otras mamás coquetean con los amigos de las hijas.
Los padres pueden llegar a perder la figura de autoridad, la que ofrece orientación y transmite conocimiento. Es importante tener una buena relación con los hijos, pero debe entenderse que los padres no son los mejores amigos de sus hijos porque no son de la misma edad ni tienen la misma madurez ni pertenecen a la misma generación.
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