Una de las cosas más importantes en nuestra vida es cuidar nuestros afectos; ser amorosos y cariñosos, atender a las personas que tenemos cerca y queremos para que, a su vez, seamos amados atendidas y queridas.
El amor está sostenido en el eros de la vida, esto significa "el querer vivir y estar viva y por sobretodo descubrir a quien tenemos al lado; inebitablemente existirá rutina pero no necesariamente en nuestro interior. Los amantes que solían ser amorosos ya no se besan, ignoran los más íntimos deseos de su pareja; ya ni preguntan y de igual manera tampoco piden gratificar la de ellos mismos. Las fantasías se terminan y el repertorio de intercambios verbales en torno al ámbito erótico llega a su mínima expresión.
Cuando se llega a este punto, es posible que estemos muy cerca del final de lo que queda del amor, y se aterriza en un matrimonio triste y solitario, sin los chistes cómplices que tanto mitigan los conflictos, el cansancio del trabajo y las luchas de la vida. De a poquito, se entra en una rutina que se impregna de agotamiento.
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