La cinta que dirigió el argentino Pablo Trapero, y que se filmó en parte en la selva peruana, se mostró en el famoso festival francés de cine.
El realizador argentino Pablo Trapero presentó hoy en el Festival de Cannes "Elefante Blanco", una película con la que ha querido abrir "una ventana para mostrar una realidad para mucha gente desconocida", la de los barrios marginales en los que millones de personas tratan de sobrevivir.
Una historia protagonizada por Ricardo Darín, Martina Gusman y el belga Jérémie Renier, que compite en la sección "Una cierta mirada" y que trata de plantear una reflexión sobre "qué es lo que pasa para que algo que es tan cercano parezca tan lejano", explica Trapero en una entrevista con Efe en Cannes.
"Elefante Blanco" es un edificio cercano a Buenos Aires que se planeó en los años treinta como hospital para que fuera el más grande de Latinoamérica y con el paso del tiempo la obra se paró y "se convirtió en el hogar impensado de mucha gente".
Ahí se sitúa la historia protagonizada por dos sacerdotes -Darín y Renier- y una trabajadora social -Gusman- que tratan de ayudar a las miles de personas que se hacinan en un espacio que a la pobreza une la droga y las actividades de redes mafiosas.
Son "barrios que están a la vuelta de nuestras casas", mucho "más complejos de lo que se ve desde afuera", con viviendas muy precarias pero que para muchas personas se convierten en un lugar en el que se sienten protegidas.
Algo que Trapero creía propio de Argentina, de Latinoamérica, pero que lo ha empezado a ver en muchas otras partes, lo que le ha sorprendido aún más.
"Es una ficción que se vuelve realidad tangible en muchos países de Europa, no con esa magnitud, de asentamientos cerca de las ciudades", explicó.
Y para ayudar a esa gente, se acercan distintas personas, de organizaciones no gubernamentales, religiosas o de otros tipos.
Aunque la película se centra casi en exclusiva en los curas a los que comenzaron denominando del tercer mundo en los años 60 y 70, que empezaron con la Teología de la Liberación y que ahora se les conoce como curas villeros, explicó Trapero, que tenía esta historia en la cabeza desde hace más de 10 años.
EFE
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