Fiscalía desmiente rumores sobre una supuesta mafia de tráfico de órganos

La Fiscalía desmintió este sábado los rumores sobre una supuesta mafia que estaría traficando con los órganos de niños en el Perú.

El organismo salió al frente de rumores  que en los distritos de Los Olivos, Carabayllo, Puente Piedra y otros distritos se habría presentados sujetos que estarían raptando menores de edad para robarles sus órganos, lo cual ha sido calificado como un psicosocial irresponsable.

Mediante un comunicado publicado en twitter, la Fiscalía aclaró que para efectos de trasplante de órganos, éstos deben ser extraídos en las mejores condiciones mediante un procedimiento estándar.

Es necesario realizar una intervención quirúrgica en casos de pacientes donadores que tienen diagnóstico de muerte cerebral. Se debe hacer en un centro quirúrgico y una vez extraído el órgano es colocado en una solución a baja temperatura, para que pueda ser trasladado al lugar donde va ser implantado en el paciente receptor.

Indicaron que la Morgue Central de Lima, no tiene conocimiento de algún caso en el cual al momento del ingreso y la realización de la necropsia a un cadáver, falte un órgano que supuestamente haya sido extraído para efecto de trasplante.

Finalmente se aclaró que los ojos no se pueden trasplantar. “El único órgano que puede trasplantarse, de cadáveres por muerte clínica, es la córnea”, recalcan.

El médico forense, Miguel Mendoza, del Instituto de Medicina Legal, calificó como “leyenda urbana” la existencia en el país de una banda que se dedique a secuestrar personas para robar sus órganos.

Además, el director de la Organización Nacional de Donación y Trasplante, César Flower, calificó de “mito” las versiones de supuesto tráfico de órganos. El funcionario expresó que para realizar los transplantes se debe tener infraestructura, personal especializado, y que el recetor y el donante, tienen que ser compatibles.

Destacó que toda intención de vender o comprar órganos afecta al proceso de donación y trasplante en el país, y  constituye una de las causas para que las personas no confíen en el proceso.