El evento de la moda más importante de Madrid presentó curiosos y elegantes diseños entre los que destacan las creaciones de Andrés Sardá.
Intensidad conceptual y de colores, formas geométricas y prendas cómodas pero delicadas para la temporada de otoño-invierno han protagonizado la quinta jornada de Cibeles Madrid Fashion Week, en la que la exquisitez de Andrés Sardá ha vuelto a emocionar.
Un David Delfín intenso presentó su colección "más obsesiva". Relacionada con el deseo y la tentación, su apuesta busca la psicología más profunda de fuertes colores: negro, blanco, gris, fucsia y amarillo mostaza.
Concede protagonismo a estampados tipo "baldosas hidráulicas", serpiente y gales, pero el aspecto es "súper clásico", incluso austero en ocasiones: faldas largas, cuellos abotonados, jerséis y chaquetas de limpios cortes. Zapatos de Louboutin negros con hebillas.
El diseñador emplea todo tipo de lanas y juega a la deconstrucción, de manera que invierte el orden del vestir gracias a chaquetas cortadas e incorporadas a pantalones y faldas, camisas que parecen cubiertas por jerséis, o partes de minifaldas plisadas sobre pantalones, tanto para él como para ella.
Viva el volante, debió pensar Javier Larraínzar al gestar su colección, en la que los grandes complementos tienen un elevado protagonismo.
Faldas cortas y pantalones de talle alto en seda y crepés de lana para un estilo urbano monopolizado por el rosa palo y el marrón. Estafetas de seda pintadas a mano y prendas brillantes en tonos magentas, lilas y metálicos.
Para la noche, vaporosos vestidos de gasa en estampados tierras y otros negros más ceñidos con pedrería. Larraínzar reservó para el final un traje de novia de falda voluminosa y cuerpo transparente decorado con cristales.
Frente a la densidad de Larraínzar, Sita Murt buscó la comodidad y la belleza a través de prendas inspiradas en el espíritu inconformista y libre de la escritora Virginia Wolf.
Marca la cintura, aplica geometría a las prendas y dimensiona los hombros con colores rescatados del armario masculino de principios del siglo XX (gris, negro y azul) y añade un poco de curry para dar luz.
Con terciopelo gris de seda natural cortado a mano crea chaquetas y vestidos sofisticados y con lanas, tejido estrella, hace boleros, vestidos y abrigos que dejan al aire la espalda o la maquillan con filigranas de tricot.
La diseñadora recurre a crepés de seda, plumeti, piel reciclada "vintage" y a tejidos de brillos metálicos para dar un punto de extravagancia a su colección.
Totón Comella, alma de TCN, se propuso resaltar la delicadeza en detrimento de la ostentación, "romper el lujo" combinando mates y brillos, puntillas y telas más rudas.
Así, los tejidos sedosos aparecen junto a algodones y felpas, faldas de tweed se combinan con corsés de satén y la ropa interior juega con encaje y goma.
Su colección, informal y hecha para una mujer que "tiene que coger la mochila y salir corriendo" en su día a día, cerró la quinta jornada de Cibeles al ritmo de música pinchada por el piloto de Fórmula 1 Jaime Alguersuari.
Abrió el día Alma Aguilar con mucha piel y prendas de abrigo en paño de lana y alpaca combinadas con texturas brillantes y acolchadas en azul eléctrico, naranja, verde, fucsia y morado.
Aguilar se entrega a los estampados vintage en sus tradicionales vestidos de corte romántico, llenos
de volantes y drapeados en gasas, aunque también recurre al negro, al crudo y a las sedas brocadas.
El universo de Andrés Sardá maravilló desde los complementos: sombreros de copa, orejas de conejo, tocados o ligueros.
Los corpiños dan cierto aire retro, adornados con vistosos corazones de metal abrochados a la espalda y coronas de princesa, en una paleta de colores que va del visón al morado o marino.
Para la noche, el terciopelo, la organza, el raso, el tul de seda y el encaje en capas, corpiños de lazos y flores pintadas a mano y transparentes levitas.
Modesto Lomba sigue siendo fiel a la geometría. El cuello chimenea marca toda la colección, de líneas arquitectónicas confeccionadas a base de pliegues cosidos por un único punto.
El gris y el negro sirven de base a colores saturados, como el amarillo frío, magenta intenso, verde y azul cobalto, que el diseñador emplea en vaporosos vestidos de enormes cuellos.
EFE
Un David Delfín intenso presentó su colección "más obsesiva". Relacionada con el deseo y la tentación, su apuesta busca la psicología más profunda de fuertes colores: negro, blanco, gris, fucsia y amarillo mostaza.
Concede protagonismo a estampados tipo "baldosas hidráulicas", serpiente y gales, pero el aspecto es "súper clásico", incluso austero en ocasiones: faldas largas, cuellos abotonados, jerséis y chaquetas de limpios cortes. Zapatos de Louboutin negros con hebillas.
El diseñador emplea todo tipo de lanas y juega a la deconstrucción, de manera que invierte el orden del vestir gracias a chaquetas cortadas e incorporadas a pantalones y faldas, camisas que parecen cubiertas por jerséis, o partes de minifaldas plisadas sobre pantalones, tanto para él como para ella.
Viva el volante, debió pensar Javier Larraínzar al gestar su colección, en la que los grandes complementos tienen un elevado protagonismo.
Faldas cortas y pantalones de talle alto en seda y crepés de lana para un estilo urbano monopolizado por el rosa palo y el marrón. Estafetas de seda pintadas a mano y prendas brillantes en tonos magentas, lilas y metálicos.
Para la noche, vaporosos vestidos de gasa en estampados tierras y otros negros más ceñidos con pedrería. Larraínzar reservó para el final un traje de novia de falda voluminosa y cuerpo transparente decorado con cristales.
Frente a la densidad de Larraínzar, Sita Murt buscó la comodidad y la belleza a través de prendas inspiradas en el espíritu inconformista y libre de la escritora Virginia Wolf.
Marca la cintura, aplica geometría a las prendas y dimensiona los hombros con colores rescatados del armario masculino de principios del siglo XX (gris, negro y azul) y añade un poco de curry para dar luz.
Con terciopelo gris de seda natural cortado a mano crea chaquetas y vestidos sofisticados y con lanas, tejido estrella, hace boleros, vestidos y abrigos que dejan al aire la espalda o la maquillan con filigranas de tricot.
La diseñadora recurre a crepés de seda, plumeti, piel reciclada "vintage" y a tejidos de brillos metálicos para dar un punto de extravagancia a su colección.
Totón Comella, alma de TCN, se propuso resaltar la delicadeza en detrimento de la ostentación, "romper el lujo" combinando mates y brillos, puntillas y telas más rudas.
Así, los tejidos sedosos aparecen junto a algodones y felpas, faldas de tweed se combinan con corsés de satén y la ropa interior juega con encaje y goma.
Su colección, informal y hecha para una mujer que "tiene que coger la mochila y salir corriendo" en su día a día, cerró la quinta jornada de Cibeles al ritmo de música pinchada por el piloto de Fórmula 1 Jaime Alguersuari.
Abrió el día Alma Aguilar con mucha piel y prendas de abrigo en paño de lana y alpaca combinadas con texturas brillantes y acolchadas en azul eléctrico, naranja, verde, fucsia y morado.
Aguilar se entrega a los estampados vintage en sus tradicionales vestidos de corte romántico, llenos
de volantes y drapeados en gasas, aunque también recurre al negro, al crudo y a las sedas brocadas.
El universo de Andrés Sardá maravilló desde los complementos: sombreros de copa, orejas de conejo, tocados o ligueros.
Los corpiños dan cierto aire retro, adornados con vistosos corazones de metal abrochados a la espalda y coronas de princesa, en una paleta de colores que va del visón al morado o marino.
Para la noche, el terciopelo, la organza, el raso, el tul de seda y el encaje en capas, corpiños de lazos y flores pintadas a mano y transparentes levitas.
Modesto Lomba sigue siendo fiel a la geometría. El cuello chimenea marca toda la colección, de líneas arquitectónicas confeccionadas a base de pliegues cosidos por un único punto.
El gris y el negro sirven de base a colores saturados, como el amarillo frío, magenta intenso, verde y azul cobalto, que el diseñador emplea en vaporosos vestidos de enormes cuellos.
EFE
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