Gran contador de historias, dramaturgo y talentoso escritor, ha representado al Perú y a Huancayo en decenas de eventos internacionales de Cuentacuentos.
Afincado desde hace más de cuarenta años en Huancayo, José Oregón Morales (Huancavelica, 1949) ya es una institución en esta ciudad. Es hijo de la famosa cantante folclórica Carmela Morales Lazo; y por ello, desde chico vivió entre dos mundos: el andino, del idioma quechua, la trilla y la chacra; y el citadino, de los cantos y el teatro.
Su literatura se nutre, precisamente, del aliento de aquellas lejanas influencias. Esa bella biografía novelada de su madre, “La casita del cedrón”, cuenta la historia de Chipsa, un Lazarillo de Tormes con faldas, y oriunda de un pueblo de la Huancavelica rural: Salcabamba.
Se trata de una novela en que el pasado —también el del propio autor— regresa a través de los ojos, llenos de ternura, de una niña preparada para asumir, con decisión y coraje, los retos que le impondrá su azarosa vida.
Pero acaso lo mejor de su obra son sus relatos, que parten del quechua y, manteniendo sus sesgos idiomáticos, cuentan la historia de decenas de personajes —entre humanos, animales y hortalizas—, animizados unos, fantásticos otros, en medio de un mundo andino utópico, que entre sus páginas se torna posible. Todo ello se puede encontrar en sus volúmenes de cuentos “Kutimanco” y “Loro ccolluchi”.
Oregón Morales fue fundador del Centro de Arte Tuky, una entidad que, pese a ser privada, impulsó como pocas en Huancayo las artes escénicas, la música folclórica, y en particular las danzas oriundas. Precisamente es ahí donde radica su mayor aporte a la cultura de la región centro: ha rescatado la indumentaria y la coreografía de las danzas autóctonas más diversas, y las ha sistematizado en publicaciones especializadas y difundido a través de sus cientos de discípulos.
Gran parte del acervo de Tuky, desafortunadamente, se perdió en un incendio que consumió su almacén principal, donde se encontraban miles de disfraces originales de danzas típicas, de todas las clases, acopiados a lo largo de más de treinta años.
La labor de José Oregón Morales es tanto más valiosa por ser difusor y traductor del quechua, idioma del que parten la mayoría de sus historias, aun las escritas en español, pues contienen sesgos idiomáticos propios de esta lengua.
En Huancayo es particularmente apreciado por ser promotor de la literatura oral, en la forma de los espectáculos de Cuentacuentos, una manera teatralizada de narrar historias para un pequeño auditorio, que él acompaña con canciones del mundo andino junto a su inseparable guitarra. En este tipo de espectáculos él ha representado a Huancayo en festivales nacionales, y al Perú en diversos certámenes de países latinoamericanos.
Oregón Morales sigue trabajando en la escritura de su obra literaria y en continuar con la puesta en valor del idioma quechua que tanto quiere como patrimonio del país y como base del arte, de su arte.
Por: Juan Carlos Suárez
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