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La fe en tiempos de crisis

Todos nos asustamos un poco cuando hay crisis. Pero nos olvidamosque sin crisis no hay desafíos, sin desafíos la vida es una rutina, una lenta agonía. Sin crisis no hay méritos.

No. No es “El amor en tiempos del cólera”. Pero sí es la fe en tiempos de crisis. Todos nos asustamos un poco cuando hay crisis. Por eso me gusta lo que A. Einstein escribe: “La verdadera crisis es la crisis de la incompetencia. El inconveniente de las personas y los países es la pereza para encontrar las salidas y soluciones.
Sin crisis no hay desafíos, sin desafíos la vida es una rutina, una lenta agonía.  Sin crisis no hay méritos.
Es en la crisis donde aflora lo mejor de cada
uno, porque sin crisis todo viento es caricia. Hablar de crisis es promoverla,  y callar en la crisis es exaltar el conformismo.
En vez de esto trabajemos duro. Acabemos de una vez con la única crisis amenazadora que es la tragedia de no querer luchar por superarla”.

Y por eso me gusta el primer discurso de Jesús que da comienzo a su predicación.
Que también eran tiempos de crisis.
Crisis políticas.
Crisis religiosas.
Crisis sociales.
Y Jesús no comienza ni por anunciar más crisis que, en frase de Einstein es “promoverlas”. Pero tampoco las silencia “para no exaltar el conformismo”.
Jesús comienza por algo fundamental:
- por anunciar la fe y abrirnos a la esperanza.
- por anunciar la conversión que es como abrirnos a la esperanza de que no tenemos que ser lo que somos cuando podemos ser otra cosa.
- ni que el mundo tiene que ser lo que es, sino que puede cambiar.
“Convertíos y creed en el Evangelio”.

“Conversión” es anunciarnos que no tenemos que ser lo que somos, porque hay en camino un nuevo dinamismo capaz hacer nuevos a los hombres. 
Es la mejor noticia que se puede dar en momentos de crisis: “hombres nuevos”, “hombres diferentes” para un “mundo nuevo y diferente”.
¿No habrá demasiado conformismo con lo que somos?
¿No habrá demasiado conformismo con un mundo que deja mucho que desear?
¿No habrá demasiado conformismo con una Iglesia que puede ser más auténtica y creíble?
¿No habrá demasiado conformismo en las parejas que se contentan con una felicidad anodina cuando pueden parejas felices?

Ahí está el primer anuncio de Jesús: “convertíos”. La sola invitación ya es:
Un anuncio de algo nuevo.
Un anuncio de que Alguien cree en nosotros con nuestros problemas.
Un anuncio de que Alguien cree en cada uno de nosotros.
Un anuncio que quiere sacarnos de “nuestro conformismo”  o incluso de nuestro “complejo de inferioridad”.
No es el anuncio de que dejemos de hacer esto o lo otro porque están prohibidos. Es el anuncio de que nosotros podemos ser lo que no somos y estamos llamados a ser
Por fin alguien se atreve a decir que tiene fe en nosotros y que nos invita a que también nosotros tengamos fe en nosotros mismos.

Y “la fe en el Evangelio”.
Aún en medio de las malas noticias, no deja de haber “buenas noticias”.
Y El viene precisamente a traernos esas “buenas noticias de Dios”.
Jesús no es de los que comienza por asustarnos con posibles condenaciones.
Jesús comienza por decirnos que:
No creamos a los que anuncian desgracias.
No creamos a los que anuncian infiernos.
No creamos a los que anuncian muertes.
No creamos a los que anuncian que no podemos ser más.
No creamos a los que nos quieren ver achatados.
No creamos a los que todo lo ven pecado.
No creamos a los que todo lo ven como un peligro que hay que evitar.

Sino que creamos al Evangelio, a las “buenas noticias de Dios”.
A las buenas noticias de la gracia.
A las buenas noticias de la salvación.
A las buenas noticias de la vida y la felicidad.
A las buenas noticias de que somos un “sueño de Dios”.
A las buenas noticias del amor que nos hace hijos.
A las buenas noticias de que podemos cambiar el mundo.
A las buenas noticias de que el Reino de Dios es posible.
A las buenas noticias de que podemos ser hermanos. 
Jesús nos pide que, “acabemos de una vez con la única crisis amenazadora que es la tragedia de no querer luchar por superarla”.
No nos dice que nos quitará las piedras del camino. Pero sí nos dice que podemos saltar por encima de ellas.
No nos dice que no tendremos problemas. Pero sí que somos más que nuestras dificultades.
No nos dice que todo se nos dará hecho. Pero sí que nosotros lo podemos hacer.
En una palabra, Jesús comienza por anunciarnos la ilusión, la esperanza. Por anunciarnos que, aún en medio de las crisis, está brotando lo nuevo. Que se acabaron los complejos de inferioridad. Los complejos del “no se puede” y además “no es posible”. Todo es posible para el que cree.

Clemente Sobrado C.P.
www.iglesiaquecamina.com

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