Todo el peso de la película recae en un James Franco que parece no sentirse muy cómodo con tanta responsabilidad y al que le falta un poco de humor.
"Oz, el poderoso" (Oz the great and powerful) es un bonito homenaje a "El Mago de Oz" (The Wizard of Oz), uno de los mayores clásicos del cine, pero pese a su enorme presupuesto y al empeño de los actores -James Franco, Michelle Williamsn, Rachel Weisz y Mila Kunis- esta precuela de la historia de Dorothy está muy lejos de la original.
Sam Raimi, salta del infierno ("Drag me to hell", 2009), un terreno en el que se mueve muy bien, a los colores y la fantasía de Oz, donde la maldad trata de imponerse a la bondad en este mundo de ilusión.
Todo el peso de la película recae en un James Franco que parece no sentirse muy cómodo con tanta responsabilidad y al que le falta un poco de humor para dar vida al tramposo, pícaro y tierno Mago de Oz.
Y tampoco Michelle Williams parece convencida de ser la única bruja buena del cuento. Mucho más resueltas se muestran Rachel Weisz como la malvada Evanora o Mila Kunis, en su ambiguo personaje que se pasa al lado oscuro.
La debilidad de un guión que no sobresale por su ingenio ha afectado seguramente a la interpretación de unos actores que se ven sobrepasados por el despliegue técnico, que pone en pie un espectacular mundo de Oz.
La ciudad esmeralda, los diversos y divertido personajes que la pueblan y el estallido de color y de luz son los verdaderos protagonistas de esta historia a la que Sam Raimi ha dotado de una cierta negrura como oposición a tanta luminosidad.
Y el resultado es una película que retrotrae al espectador a la época de Dorothy, el espantapájaros y el hombre de hojalata, aunque le falta la dulzura y la delicadeza de la película de Víctor Fleming y con la inolvidable Judy Garland.
EFE
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