Las palabras tiene un inmenso poder y efecto en la conducta, ya que influye sobre quien la pronuncia y afecta e involucra a quien la recibe, penetrando en sus sentimiento. Cuando en un diálogo de pareja predominan las palabras ofensivas, burlonas o humillantes, estamos frente a violencia verbal.
Son como los golpes que no dejan marca visible, y la víctima que la vive es perseguida con amenazas, insultos, calumnias, gritos, insultos, descalificaciones, desprecios, burlas, ironías, críticas permanentes y acciones para socavar su seguridad y autoestima.
La violencia verbal es mucho mas difícil de percibir porque no deja cicatrices físicas. Con frecuencia, la víctima es mujer y el perpetrador del abuso es varón, cuyo objetivo es hacer que la otra persona se sienta humillada, equivocada o mal, mientras que él se siente superio y mejor.
Según los libros de textos especializados en el tema dicen que existen tres formas de ejercer este tipo de violencia: cosificar, degradar y amenazar.
•Amenazar: consiste en la forma más usual de ejercer la violencia verbal, prometiendo a la mujer ejercer violencia contra ella si intenta oponerse al hombre.
•Degradar: es un tipo de violencia que disminuye el valor de la persona por medio de frases como "eres una estúpida", "siempre te portas como una niña", etc. También se puede ejercer más sutilmente (sin que sea por ello menos doloroso) con frases como "no te preocupes si te sale mal la comida: ya sé que no lo puedes hacer mejor". Este tipo de violencia verbal es muy doloroso para la mujer, porque no es muy visible pero la afecta emocionalmente y de manera muy profunda.
•Cosificar: consiste en hacer sentir como un objeto sin valor a la persona, poniéndole sobrenombres o dirigiéndose a ella de manera despectiva; por ejemplo: "Tonel, ven aquí" etc.
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