Al hijo no se le insulta, ni se le amenaza, ni se le da pellizcones, ni se le jala de sus pelitos. Al niño no se le da bofetadas, ni manazos, ni palizas, ni azotes, ni se le mete a cuartos oscuros.
Al hijo no se le insulta, ni se le amenaza, ni se le da pellizcones, ni se le jala de sus pelitos. Al niño no se le da bofetadas, ni manazos, ni palizas, ni azotes, ni se le mete a cuartos oscuros. Tampoco se le mete al agua helada, ni se le quita la comida, ni se le impide jugar. A los niños no se les dice que no debieron nacer, ni que su padre o madre quería impedir su nacimiento.
A los hijos no se abandona como si fueran objetos sin valor, porque luego ellos se abandonarán a si mismos o harán lo mismo con sus propios hijos A los niños no se les prohíbe decir lo que piensan ni lo que sienten, ni se les hace confidencias de los dramas familiares, ni menos se les humilla en público.
Las familias practican la cultura del terror, enseñan a mentir y contagian al mundo la peste del miedo. Parecen no darse cuenta que con cada maltrato el niño siente una agonía, una angustia inconcebible.
Muchísimas familias peruanas torturan a sus niños con el pretexto que están educando, cuando en verdad están transfiriendo a sus pequeños, odios que los mayores guardan por los maltratos que ellos recibieron en su infancia.
Difundir este documento podría impedir que un niño siga siendo maltratado. Por favor trasmítalo al mayor número de personas que Ud. pueda.
(*) Adaptación a realidad peruana de texto de E.Galeano “Los derechos humanos tienen que empezar por casa”. Carmen González. Centro de Promoción por la Vida, Lima Perú.
Comparte esta noticia