La agricultura sigue siendo la actividad que más empleo genera y que más contribuye a la cohesión de nuestro territorio. Pero requiere de la acción del Estado y de la lucha contra la corrupción.
El gobierno de Martín Vizcarra tiene una triple responsabilidad de la que, más allá de las fluctuaciones de su aprobación popular, dependerá si es capaz o no de dejar un legado el 2021: la lucha contra la corrupción, las reformas judicial y política, el destrabe de los grandes proyectos de inversión. Los tres temas están ligados porque las reformas se hacen para mejorar la eficiencia del Estado. No todo depende del gobierno, pero en un país presidencialista como el nuestro, la orientación general de la política es definida e impulsada por el Jefe de Estado.
Respecto de la Reforma Judicial hoy viviremos una etapa importante: los siete miembros de la comisión Especial llevarán a cabo las entrevistas a los tres postulantes que aprobaron el examen de conocimientos para ser miembros de la Junta Nacional de Justicia. Como sabemos, conocer bien los códigos y los procedimientos no garantiza la idoneidad de las personas llamadas a evaluar, nombrar y sancionar a los magistrados de nuestro país, jueces y fiscales.
Es necesario saber si los tres candidatos tienen criterio. Pero también si las declaraciones presentadas ante la Comisión Especial corresponden a la verdad de sus trayectorias e intereses patrimoniales. En caso contrario, deberán ser rechazados porque nada vuelve más vulnerable a un funcionario que tener cosas de las que hacerse perdonar. El tiempo presiona puesto que no podemos seguir permitiéndonos que sigan en sus cargos magistrados cuestionados, que toman decisiones en casos en los que se juega el éxito o el fracaso de la lucha contra la corrupción.
La última encuesta del Instituto de Estudios Peruanos muestra que la valoración de Vizcarra está asociada a la lucha contra la corrupción. Pero un sector importante de la población le reprocha la falta de una plan general de acción y poca eficacia en el destrabe de proyectos emblemáticos de inversión: el metro de Lima, Bambas, Tía María, la irrigación de Majes Sihuas, el gasoducto del sur.
Minería
Respecto de las inversiones mineras, vale la pena asociar la actualidad con una exposición de arqueología Mochica que se ha inaugurado la semana pasada en el Museo de la Nación. El arqueólogo Walter Alba, descubridor de las Tumbas Reales de Sipán, explica porqué los mochica pudieron establecerse en la región norte de nuestra costa y tener una influencia en todos los sectores de la cultura durante mil años. Alba lo resume con una expresión: la revolución del cobre.
La pregunta fluye de manera inevitable: ¿Podemos prescindir del cobre hoy? ¿Porqué no podemos buscar soluciones a los problemas planteados por una población que, en el caso de las Bambas, no se opone a la minería? Hoy sabremos si los comuneros están decididos a mantener los compromisos firmados con la empresa en la sede de la Conferencia Episcopal, o si bajo la influencia de los abogados Chávez, volveremos a amenazas y maniobras que se emparentan con la extorsión.
Día del Campesino
El día de hoy se celebra el día del campesino y del agro. Basta haber visto ayer la masiva participación en las festividades de la ciudad del Cusco para saber que existe en nuestro país una vigorosa afirmación de identidad y una fuerte demanda de justicia. Todos los distritos cusqueños y todas las instituciones desfilaron en la Plaza de Armas, orgullosos de su música, su danza y su vestimenta tradicional, manifestando de una u otra manera la exigencia de un Estado más presente y de una clase política menos corrupta. Cuando uno sopesa lo que la corrupción le ha costado al Cusco y la pequeñez de los juegos políticos, no puede sino temer que la vitalidad festiva se estrelle una vez más contra la inoperancia y la deshonestidad.
Las cosas como son
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