El ciclo de violencia en la pareja es como una espiral, hoy están bien y mañana, sin razón aparente la golpeará, para luego pedirle perdón y estar bien nuevamente y así sucesivamente.
Es frecuente en muchos hogares durante la convivencia, parejas de esposos que con el tiempo empiezan a darse cuenta con quién realmente unieron sus vidas; al descubrir poco a poco los comportamientos agresivos, hostiles o desconfianza de su cónyuge.
Al inicio será todo tranquilo, en armonía, pero a medida que transcurra la vida en pareja y aparezcan las primeras desavenencias, ese comportamiento pasivo puede convertirse en agresividad, y mostrar una faceta desconocida. Es entonces cuando uno se da cuenta que la persona con quien comparte su vida es alguien irreconocible.
Dentro de esa etapa pueden aflorar sentimientos reprimidos, que si no son detectados a tiempo pueden desencadenar en hechos lamentables e irremediables; y más aún volverse una constante si no se le pone un alto.
Se han dado casos de maltratos en la pareja donde el ciclo de violencia se presenta como una espiral; en el sentido de que hoy pueden estar muy bien, y mañana, sin razón aparente, uno de los dos empezar a insultar a su cónyuge, boicotearle sutilmente sus planes o proyectos, restringirle las salidas o reuniones con otros, querer imponer sus ideas sin tomar en cuenta las de su pareja, celarla por cualquier situación, desconfiar de todo lo que hace… y en casos extremos agarrarla a golpes, y por último, intentar acabar con su vida.
Cuando cae en cuenta de su comportamiento, el agresor tratará de redimirse pidiendo perdón, enviándole obsequios, buscando justificar sus actos del día anterior con expresiones: “es que tú me provocaste”, “tú me diste razones para hacerlo”, “me hiciste enojar y por eso no me pude controlar”. Entonces vendrá la reconciliación.
Y así sucesivamente se irá repitiendo ese ciclo de violencia permanente conocido como “luna miel”, “tormenta” y “calma”. Si hay niños de por medio, ellos también pagarán las consecuencias de este tipo de relación. Verán con miedo a sus padres, querrán huir de ese contexto de violencia, disminuirá su rendimiento escolar, y presentarán trastornos psicológicos.
Mientras más se tolere o permita una relación de violencia abusiva, más graves serán las consecuencias. Además, muchas veces el daño psicológico y la intimidación son tales, que la víctima puede considerar que el abuso y la violencia son su culpa. Antes de caer en eso, y de justificar los abusos, deberá buscar ayuda.
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Producción: Amelia Villanueva Ramirez
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