Madre del menor pidió que se esclarezcan los motivos de la muerte y solicitó ayuda a las autoridades del distrito para enterrarlo, debido a que los gastos del tratamiento la dejaron sin dinero.
Nancy Salinas Roldan derrama lágrimas de dolor e impotencia al ver el cuerpo inerte de su hijo, de ocho años dentro de un ataúd.
Hace tan solo una semana, el infante de iniciales K. G. S. se preparaba con mucho entusiasmo para ingresar al tercer año de primaria, sin imaginar que un dolor en las amígdalas sería el inicio de su camino hacia la muerte.
Entre sollozos, su madre explicó que el niño fue llevado al hospital de Ventanilla por un malestar en la garganta y fue allí donde le diagnosticaron hepatitis, pero tras unos exámenes lo enviaron a casa.
Ante la respuesta negativa de ese nosocomio, acudió al hospital San José del Callao donde le indicaron una dieta y medicamentos. Sin embargo, la salud del pequeño tuvo un nuevo tropiezo y fue llevado de regreso al hospital de Ventanilla donde tras cuatro horas de agonía, murió.
La humilde madre pidió que se esclarezcan los motivos de la muerte de su hijo y solicitó ayuda a las autoridades del distrito para enterrarlo, debido a que los gastos del tratamiento la dejaron sin dinero.
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