´La muerte nos afecta a todos, y nos interroga de modo profundo, especialmente cuando nos toca de cerca, o cuando afecta a los pequeños, los indefensos de una forma que nos resulta escandalosa´, dijo.
El papa Francisco reconoció hoy que siempre le ha afectado la pregunta de por qué mueren o sufren los niños, para afirmar después que para los católicos "la vida no termina con la muerte".
El papa argentino realizó estas afirmaciones durante la audiencia general celebrada en la plaza de San Pedro, abarrotada por decenas de miles de personas a pesar del frío reinante, que obligó al pontífice a ponerse abrigo y bufanda blancas.
"¡Felicidades porque sois valientes, con este frío en la plaza, sois verdaderamente valientes!", comenzó el papa su audiencia.
Después Jorge Bergoglio comenzó su catequesis sobre el concepto católico de muerte.
"Hay una forma equivocada de mirar la muerte. La muerte nos afecta a todos, y nos interroga de modo profundo, especialmente cuando nos toca de cerca, o cuando afecta a los pequeños, los indefensos de una forma que nos resulta escandalosa", sostuvo.
"Siempre me ha afectado la pregunta: ¿por qué sufren los niños?, ¿por qué mueren los niños?", se interrogó.
CONTRA EL PENSAMIENTO ATEO
Bergoglio explicó que si se entiende como el final de todo, la muerte asusta, aterroriza y se transforma en algo que interrumpe todo.
Para el pontífice bonaerense, "esta concepción de la muerte es típica del pensamiento ateo, que interpreta la existencia como un encontrarse casualmente en el mundo y un caminar hacia la nada".
El papa también habló de la que en su opinión es "la visión errónea" de "un ateísmo práctico, que supone vivir sólo para los propios intereses y las cosas terrenas".
"Si nos dejamos llevar por esta visión errónea de la muerte, no tenemos otra opción que la de ocultar la muerte, negarla, o de hacerla banal, para que no nos de miedo", añadió.
Entonces el papa describió cuál es el sentido cristiano de la muerte para los católicos.
"Cuando perdemos a una persona querida -los padres, un hermano, una hermana, un esposo, un hijo, un amigo- nos damos cuenta de que, incluso en el drama de la pérdida, surge del corazón la convicción de que no puede haber acabado todo, que el bien dado y recibido no ha sido inútil", agregó.
"Hay un instinto poderoso -para los católicos- dentro de nosotros, que nos dice que nuestra vida no termina con la muerte", continuó Bergoglio.
"Si bien nos entristece la certidumbre de tener que morir, nos consuela la promesa de la inmortalidad futura", aseveró.
Ante ello, el pontífice invitó a los fieles a "prepararse bien a la muerte, estando cerca de Jesús con la oración, en los sacramentos, y también en la práctica de la caridad".
"Si abrimos la puerta de nuestra vida y de nuestro corazón a los hermanos más pequeños, también nuestra puerta se abrirá al cielo", concluyó.
EFE
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