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Pese al éxito de ´La teta asustada´, el cine peruano no es negocio

Foto: Difusi
Foto: Difusi

Así se expresó el crítico e historiador del cine Ricardo Bedoya, quien asegura que el cine nacional está condenado a no poder rodar sin financiación extranjera.

A pesar de reconocimientos internacionales como las nominaciones al Goya y al Oscar, la cinta "La teta asustada" es un ejemplo de la condena que obliga al cine peruano a buscar fuera de su país desde la financiación hasta el público.

Y es que hacer películas en Perú, donde en 2009 se rodaron apenas 8 largometrajes de 35 milímetros, es todo menos un negocio, algo que el crítico e historiador del cine Ricardo Bedoya reconoce al afirmar que en su país nadie puede vivir del cine.

"Perú es un mercado tan raquítico, con tan pocos espectadores, que ninguna película que cuesta más de 120.000 dólares va a recuperar su inversión con la exhibición local", explicó Bedoya en una entrevista a Efe.

El ejemplo de "La teta asustada" y su directora Claudia Llosa es paradigmático: con un presupuesto de 1,2 millones de dólares (el 80% del cual proviene de la productora española Wanda Visión), en Perú no logró una recaudación superior a los 700.000 dólares.

Y eso que su triunfo del 2009 en Berlín, donde ganó el Oso de Oro, le dio la fama suficiente para estar, con casi 250.000 espectadores, entre los mayores éxitos de público en Perú de los últimos años.

¿Cómo es entonces posible hacer cine en un país donde es una ilusión recuperar el dinero invertido?: Buscando la financiación fuera del país, en productoras extranjeras o en ayudas como las que proporciona el organismo europeo Ibermedia.

Por regla general, el primer paso para una película peruana comienza logrando una ayuda del Conacine, organismo creado para financiar proyectos locales y que funciona desde 1994.

Sin embargo, el Estado peruano nunca ha cumplido con entregar los dos millones de dólares que cada año, según la ley, debería destinarse a producir cine en Perú.

Tanto así, que según un reciente artículo aparecido en la revista local Somos, se estima que el Estado debe a Conacine 50 millones de soles (16,6 millones de dólares).

Este apoyo estatal, que por ejemplo "La teta asustada" percibió por una cuantía de unos 100.000 dólares, permite, según explicó Bedoya, "negociar mejor con otros productores internacionales", y de ese modo completar el presupuesto de la cinta.

Otro modo de financiación es apelar a los festivales internacionales, donde hay premios para películas inacabadas y ayudas a la distribución, como es el caso de "Días de Santiago", rodada en 2004 por Josué Méndez con dinero de su bolsillo y que llegó a ganar múltiples festivales incluso antes de ser estrenada en Perú.

Esta necesidad de apelar a los festivales de cine internacionales perfila, según Bedoya, a la nueva hornada de cineastas locales: jóvenes que conocen al dedillo los sistemas internacionales de subvención, así como los mecanismos de coproducción.

Este sistema ha generado, además, la mayor paradoja del cine peruano. Y es que, en las propias palabras de Bedoya, "las películas de Perú que están concebidas para ser exhibidas en el circuito comercial se hacen pensando en el espectador de fuera del país".

Condenadas a ser carne de festivales, los directores idean sus películas al gusto de estos y alejadas del público peruano, formado en los patrones del cine comercial estadounidense.

"Ahí está el problema, es un cine que se alimenta y se financia con festivales, pero que se desconecta totalmente del público local, para el que películas alejadas del patrón narrativo tradicional como "La teta asustada" les resultan totalmente insólitas", resumió.

Perú es un país donde incluso directores consagrados como Francisco Lombardi (ganador de San Sebastián por "La boca del lobo" en 1984 y del Goya de 1991 por "Caídos del cielo") terminan rodando sus películas "de a poco y los fines de semana".

Cada año, sin embargo, son más los jóvenes que tratan de llevar sus ideas a la gran pantalla y su mayor esperanza es el circuito de cine regional, donde anualmente se realizan decenas de películas en soporte digital y con paupérrimos presupuestos, que se proyectan en parroquias y ayuntamientos y que no necesitan salir del país, ni siquiera estrenarse en Lima, para recuperar su inversión.

EFE

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