Cuando Santa Rosa de Lima murió se sintió una gran pena, comparada con el estremecimiento que el mundo sintió con el deceso del Papa Juan Pablo II o de la Madre Teresa de Calcuta.
"Cuando Santa Rosa de Lima murió, toda la población peruana sintió una gran pena, un sentimiento comparado con el estremecimiento que causó en nuestros días el deceso del Papa Juan Pablo II o la Madre Teresa de Calcuta", así lo señaló José Antonio Benito, profesor de historia de la Universidad Católica Sedes Sapientiae.
Su fama y fervor fue tanta, que fue declarada excelsa patrona de Lima, del Perú, del nuevo mundo y Filipinas; patrona de la Policía Nacional del Perú (PNP) y patrona de las Fuerzas Armadas de Argentina.
“Su fama y fervor se extiende tanto que podríamos decir que es la peruana más universal”, dijo el Benito en RPP Noticias.
Agregó que "ojalá que el ejemplo de Santa Rosa ayude en nuestros días al país, a que encuentre la luz y esperanza para resolver sus problemas".
El historiador recordó que la Lima de entonces (entre 1586 y 1617), era una Lima de juguete comparada con la de hoy. “Ella vivía casi en el cuadrilátero de la Lima virreinal, pero con su amor y entrega es como si ganase el mundial de la Santidad, porque vivió solo 31 años, con tal plenitud y alegría, que tanto su familia original y la que la cobijo cuando vivió en Quives, se sintieron contentos de tenerla en sus casas”, recordó.
Benito agregó que Santa Rosa le decía a su propio confesor que quitarle a ella la música era como quitarle la vida. Además, era la mujer más valiente del Virreinato.
Contó que, cuando en 1614, el pirata Spielberger amenazó con asaltar el Callao, ella fue la primera en ir al Convento de Santo Domingo para arengar a los obispos para que enfrenten al peligro.
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