A los hijos e hijas hay que tratarlos con igualdad, dándoles a cada uno lo que necesita de acuerdo con sus fortalezas y debilidades, y no dar exactamente lo mismo a todos.
Suele darse en familias que tienen más de dos hijos o son numerosas, donde el hijo o la hija piensan que tal o cual hermano goza de las preferencias del padre o de la madre por encima de los demás, generando por ello resentimientos o discusiones entre los integrantes de la familia.
Un comentario general entre muchos padres y madres, es que para ellos todos sus hijos merecen el mismo trato por igual, y los afectos expresados son de la misma forma para cada uno.
Sin embargo, en la práctica, es muy frecuente que exista un trato diferencial con los hijos e hijas. En algunos casos se presta mayor atención al hijo menor o al más débil; o se disponga de más tiempo para el que más lo necesite o al más demandante. Eso, en un mediano o largo plazo puede conllevar a reclamos o afectar en forma negativa a los otros hijos.
En cuanto a los chicos y las chicas, cada uno busca ser el más importante para papá o mamá, y encontrarse con que no reciben el mismo trato que sus otros hermanos o hermanas, puede afectar seriamente en sus sentimientos.
Este problema puede agudizarse durante la adolescencia, que es la etapa de la rebeldía, y surgen nuevas necesidades que los chicos reclaman se atiendan; pero a su vez, generar celos entre los más pequeños que, según ellos, se sienten rezagados.
A medida que los chicos y chicas crecen, sus necesidades difieren de las de los más pequeños. Los padres y madres harán algunas concesiones con los mayores como dejarlos ir solos al cine, quizás acostarse un poco más tarde, salir a reuniones con sus amigos, o sostener otro tipo de conversaciones, propias de su edad, y que los menores no están todavía en edad de acceder.
En familias numerosas, cuando hay hijos escalerita, se guardan algunos objetos que los más pequeños irán heredando. Es el caso de la ropa, los juguetes u otros que no siempre es el del agrado del menor, que se siente “obligado” a recibir lo que sus hermanos mayores usaron o dejaron. Esto también puede ser sinónimo de reclamo y/o resentimiento.
En otras situaciones, cuando hay un hermano “sándwich”, o el hijo del medio, los vínculos afectivos pueden variar, dependiendo de la edad, el sexo, el cariño y la educación que reciben de sus progenitores.
Este tipo de tratos puede afectar la relación entre los hermanos, pues si los padres le dan más afecto al primogénito, porque lo consideran más responsable, o al más pequeño, al que le permiten todas sus travesuras por ser el más chiquito, el que está en el medio puede sentir un vacío sentimental, pensar que está solo o es ignorado, y querrá revelarse contra su familia.
¿Cómo manejar este tipo de situaciones? En el libro “casos y cosas, la realidad de los niños y jóvenes de hoy”, de la psicóloga colombiana Annie de Acevedo, sostiene que lo que se debe buscar es manejar a los hijos e hijas con igualdad, dándoles a cada uno lo que necesita de acuerdo con sus fortalezas y debilidades, y no dar exactamente lo mismo a todos.
Según la especialista, lo más importante es mantenerse atentos para que ninguno de los hijos o hijas se sienta rechazado porque esto tiene efectos devastadores en su vida. Hay que reflexionar sobre la manera cómo se reparte el tiempo entre ellos y aprender a aceptar sin culpa las afinidades, conversando con ellos, sobre todo si existe algún tipo de molestias, antes de que se conviertan en problemas más serios.
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Producción y redacción de textos: Amelia Villanueva Ramirez
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