En el 2001 se promulgo la ley que establece las normas de crianza y tenencia de siete razas de perros considerados como potencialmente peligrosos.
El año pasado en Tumbes, un niño que jugaba en la vereda de su casa fue desfigurado por un pitbull que le arrancó parte del rostro después de fracturarle la nariz. En mayo de este año, una mujer que paseaba a su mascota llamada “Pachito” por el malecón de Chorrillos fue atacada por dos Rottweileres, el pequeño can murió tras la agresión.
En el 2001 se aprobó la ley que regula el Régimen Jurídico de Canes N°27596, que supervisa la crianza, adiestramiento, comercialización, tenencia, transferencia de los perros considerados potencialmente peligrosos, así como su cruce con otras razas.
En un principio la ley solo consideraba al Pitbull Terrier como un can potencialmente peligroso; sin embargo, el Ministerio de Salud añadió a la lista seis razas más: el Dogo Argentino, Fila Brasilero, Tosa Japonés, Bul Mastiff, Doberman y Rottweiler.
Según la norma, las municipalidades distritales y provinciales son las responsables de garantizar que las personas que tienen perros de algunas de estas siete razas como mascota, cumpla con registrarlo, obtener una licencia de posesión, y supervisar que la residencia en la que vive el can tenga las medidas de seguridad para albergarlo. A pesar de ello, casi ninguna municipalidades cumple esta tarea.
“Las municipalidades están en falta al no hacer cumplir la norma. Es una atribución conferida por la ley en la que ellas tienen que ver el otorgamiento de las licencias, la inscripción y regular lo que son la tenencia de los animales peligrosos", explica el abogado Julio Castiglioni, especialista en temas municipales.
Las municipalidades tampoco están cumpliendo otro requisito muy importante: solicitar la acreditación psicológica del dueño del perro, expedido por un psicólogo colegiado.
Responsabilidad del propietario. La ley manifiesta que el propietario tiene el deber de identificar y registrar a su perro para obtener la licencia respectiva, si este no lo hace estaría concurriendo a una infracción leve cuya sanción es de hasta 0,5 UIT.
Ante la falta de fiscalización de las municipalidades, los dueños siguen paseando a sus mascotas por la calle sin identificación, bozal y correa, accesorios indispensables para evitar cualquier tipo de incidentes. Este acto es considerado como una infracción grave sancionado hasta con 1 UIT.
Entienda que, si el can ocasiona lesiones graves o la muerte a una persona u otro animal, usted como propietario puede ser culpado por el delito de omisión con una condena de entre 2 hasta 20 años de la pena privativa de la libertad; además, debe de pagar la reparación civil y respetar la sanción administrativa que evalúa si el animal puede ser reinsertado a la sociedad o sacrificado.
También está prohibido organizar, promocionar y realizar peleas de canes acrecentando y reforzando la agresividad del animal.
La educación canina. La especialista en comportamiento animal, Patricia Herrera, una comunicación adecuada entre la persona y el perro logra que se tenga control en el comportamiento del animal.
“El propietario debe estar adecuadamente informado para que sepa cómo debe tratar al perro desde el momento que ingresa a su hogar, ahí establece las reglas de convivencia. Tengo que tenerlo mandando mensajes adecuados por cual el animal va saber cómo debe obedecer y a quien debe obedecer. La comunicación es uno de los sistemas fundamentales, que contribuye a fijar un carácter apropiado en nuestras mascotas”, dijo la especialista en conducta animal.
Recomendaciones. Si no sabe cómo educar a su mascota, busque orientación en especialistas certificados. Es importante que registre a su can en la municipalidad de su distrito o provincia. Si visita lugares que puedan generar estrés en su perro, use bozal y correa para evitar desafortunados incidentes.
No dude en comunicarse con la municipalidad si ve en la calle a un perro de una de las siete razas consideradas potencialmente peligrosas vagando por la calle. Ellos están en la obligación de rescatarlo y reintegrarlo a la sociedad.
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