En su libro autobiográfico el español hizo esta confesión, así como que le afectó la separación de sus padres y que su mayor triunfo fue ante Roger Federer en la final de Wimbledon en 2008.
El español Rafael Nadal sopesó abandonar el tenis y pasarse al golf cuando los médicos le diagnosticaron en 2005 una extraña lesión en un pequeño hueso del pie izquierdo, que amenazaba con poner punto y final a su carrera, según desvela el deportista en su autobiografía "Rafa".
En el libro, que salió ayer a la venta en EEUU, el tenista mallorquín, actual número dos del mundo, explica que la lesión congénita en el escafoides del tarso se le descubrió después de una victoria en cinco mangas frente al croata Ivan Ljubicic en la arcilla de Madrid.
Nadal encajó la noticia con "una enorme tristeza". "El diagnóstico fue inicialmente como un tiro en la cabeza", escribió el tenista, que admitió que aquello le dejó "sin apetito por la vida".
"El hueso aún me duele. Permanece bajo control, pero nunca podemos bajar la guardia", añadió Nadal, de 25 años, quien no dudó en tratar en el libro la separación de sus padres, una noticia que llegó tras completar el Abierto de Australia en 2009.
OTRA TRISTE NOTICIA
"Mis padres eran el pilar de mi vida y ese pilar se había desmoronado", explicó el mallorquín. "La continuidad que tanto había valorado en mi vida se había roto por la mitad, y el orden emocional del que dependía había recibido un golpe terrible", agregó.
Nadal reconoce en el libro que, aunque al principio la separación no afectó a su juego, su actitud cambió. "Estaba deprimido, me faltaba entusiasmo. En la superficie permanecía como un tenista autómata, pero el hombre dentro de él había perdido todo el amor por la vida", manifestó.
SU PARTIDO MÁS IMPORTANTE
El de Manacor, ganador de diez Grand Slam, también se refiere en la autobiografía al mayor triunfo deportivo de su carrera: la final de Wimbledon en 2008 contra Roger Federer.
"Me derrumbé en el suelo sobre mi espalda, con los brazos extendidos, los puños cerrados, disfrutando del triunfo. El silencio de la pista central dejó paso al júbilo y yo sucumbí, al fin, a la euforia del público, dejando que me inundara, liberándome de la prisión mental en la que viví desde el comienzo hasta el final del partido; todo el día, la noche anterior, las dos semanas completas", declaró.
Fueron las cuatro horas y 48 minutos "más intensas" de su vida, que dieron paso a "una invasión de alegría pura".
Nadal, asimismo, considera que tiene una "capacidad superior" que muchos de sus rivales para aceptar y superar las dificultades, y subraya la importancia que ha tenido en su carrera su tío y entrenador, Toni Nadal.
EFE
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