Por quinta vez en esta temporada, los tenistas más grandes del momento se enfrentan en un pulso con infinidad de retos en juego. El duelo arranca a las 8:00 a.m.
Pese al susto que ocasionó Rafael Nadal en los octavos de final ante Juan Martín del Potro, cuando se sintió acusado por un agudo dolor en el pie izquierdo, el mallorquín salió a flote y buscó remedio para continuar el torneo.
Una dosis de anestésicos suministrada antes de cada partido le ha ayudado a no sentir las molestias causadas por la inflamación de los tendones peroneos para moverse a su antojo en la pista y colocarse en su quinta final de Wimbledon en seis años.
Nadal volverá a jugar infiltrado. Ningún problema para él, que considera el episodio de sus tendones agua pasada o al menos un tema digno de aparcar hasta que resuelva el torneo.
A nadie le importa que haya perdido el número uno, privilegio que pasará a manos de Djokovic el próximo lunes.
Las cuatro finales que ha visto escapar este año ante el serbio le ponen sobre aviso. Indian Wells, Miami, Madrid y Roma aún siguen recientes en su memoria, pero Nadal podría vengarse el domingo de todas esas derrotas.
Con el trabajo hecho para amarrar el número uno, Djokovic llega tranquilo por esa parte, pero sin experiencia en una final de este Grand Slam. Si gana Wimbledon, habrá acumulado esta temporada ya dos títulos de "major", junto con el del Abierto de Australia, una marca que no conseguía nadie desde que Federer lo hizo en 2007 (también en 2006 y 2004).
EFE
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