El patinador argentino ganó las cinco medallas de oro las ganó en los Juegos Panamericanos Indianápolis 1987. Aquí su historia.
En los Juegos Panamericanos, los países suelen estar identificados con determinados deportes. Pero si a alguien le preguntasen con qué nación identifican al patín, muy pocos podrían acertar la respuesta. En 1987 Jose Luis Lozano, patinador de la ciudad de Neuquén, puso a Argentina en el mapa del patinaje continenetal.
Durante los Panamericanos de Indianápolis 1987, las competencias de patines a cuatro ruedas se desarrollaron en el autodromo Indianapolis Motor Speedway. Allí, en el medio de la mas absoluta indiferencia periodistica y de público, José Luis Lozano, junto a su entrenador y unos cuántos compañeros de equipo se aprestaba a realizar una hazaña.
José Luis Lozano siempre fue hombre de fe. Cuando solo tenía seis años, espero con ansias que sean las doce de la noche del 25 de diciembre de 1967, para abrir su regalo. Frente a sus ojos aparecieron unos relucientes patines blancos. Inmediatmente le sobrevino una angustia: la mayoría de calles de Neuquén no eran asfaltadas. Solo eran caminos de tierra y piedras. Pero para él no eran obstáculos, sino desafíos.
En medio de los caminos polvorientos se encontró con Benito Segura un enfermero que lo convenció de ser parte de un equipo de patinadores. A los 12 años José Luis, empezó a pensar en grande subido a las 8 ruedas de sus patines y su inquebrantable fe.
La radio la ciudad, la LU5 - AM 600, en la casa de los Lozano estaba prendida todo el día. El 12 de agosto, en el medio de una mañana fría, con apenas 5º de tempertaura, una voz grave y noticiosa congeló el pueblo: "Un argentino ganó cinco medallas doradas". ¿Cómo se llama y en que deporte?, se preguntaban todos.
José Luis Lozano había vencido a los estadounidenses que eran los favoritos en este deporte, se colgó la de oro en las carreras individuales de los 300, 5000, y 10,000m; en la maratón de 20km y por equipos la carrera de relevos de 10km. Semejante hazaña no fue acompañada por ningún periodista de su país, salvo por la fe de Lozano.
Hoy José sigue caminando las calles de su Neuquén con la Biblia bajo el brazo y está al frente de una fundación cristiana dedicada a ayudar a los chicos vulnerables. El patinador de las cinco medallas de oro obtenidas en los Panamericanos del 87, mantiene una rara virtud en el mundo del deporte: la humildad y su fe de cambiar el mundo.
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